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Pongamos que hablo de Madrid sería un buen título para glosar la actualidad del coronavirus en la capital española. Ya saben que la letra de la canción que lleva ese título, «Pongamos que hablo de Madrid», fue compuesta por Joaquín Sabina y la música por el baterista y compositor Antonio Sánchez. Joaquín Sabina la cantaba y obtuvo con ella un gran éxito, y Antonio Flores también hizo una versión, por lo que algunos le confunden como coautor de la pieza. Pero sí, hablamos de Madrid porque ahí los contagios por coronavirus han alcanzado cifras muy preocupantes, tanto que Quim Torra ha llegado a recomendar a los catalanes que se abstengan de viajar a la capital del estado, a menos que sea estrictamente necesario. Esto puede parecer hasta tópico, porque es conocida la rivalidad entre Madrid y Barcelona y viceversa, pero no voy a ahondar en ello, porque en argot se dice jodamos que todos somos hermanos y el refranero asegura que dentro de cien años todos seremos calvos. La otra frase que se me ocurre no es menos tópica y asegura que de Madrid al cielo. No creo que se inventara para los muertos de coronavirus, porque no es seguro que todos vayan al cielo, aunque a lo mejor sí, por los padecimientos que nos han descrito, que les convierten poco menos que en mártires mientras la ciencia se desvela por encontrar una vacuna eficaz. Sin embargo la frase de Madrid al cielo no tiene un origen claro. Unos dicen que data de la época de Carlos III que dedicó gran parte de su reinado a embellecer la ciudad de Madrid. Otra versión dice que las almas de los madrileños fallecidos se reúnen cada noche en el Cerro Garabitas, dentro de la Casa de Campo para ir al cielo. La versión más aceptada es la de que el escritor Luis Quiñones de Benavente escribió unos versos famosos que decían «desde la cuna a Madrid y desde Madrid al cielo».

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Tal como lo veo yo la ciudad de Madrid y toda España en general se encuentra ante una disyuntiva que en definitiva nos obliga a escoger entre la ruina o la muerte, o lo que es lo mismo, entre la espada y la pared. Madrid está confinando a la gente por zonas, con los inconvenientes e incongruencias que esto genera, porque lo único eficaz parece ser en estos momentos el confinamiento total que conlleva la ruina de muchos comercios y desencadena el hundimiento económico del país, porque lo mismo que ocurre en Madrid ocurre en muchas autonomías. Al parecer cada vez son más los que entre la ruina y la muerte escogerían la muerte.