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Creo, queridos lectores, que ha llegado el momento de deconstruirlo todo. Nos empeñamos en encontrarle un sentido y una lógica a todo, sin embargo hay muchas cosas que carecen de sentido y de lógica. Quizás hayamos pecado de ser demasiado racionalista, buscando un sentido último a todo. Y lo que la vida da en muchas ocasiones son incertezas a cascoporro. Los únicos que afinan un poco a la hora de predecir lo que pasará mañana son los meteorólogos y como ya es sabido no son infalibles porque los vientos son caprichosos. Y precisamente a ellos, los únicos capaces de decirnos si debemos coger paraguas o crema solar, es a los que más se les critica poniéndoles a parir en cuento llueve media hora más tarde de lo que predijeron. Exijo ya una plataforma en defensa de la dignidad de los meteorólogos, como se pongan en huelga verás el caos que montan.

Madre mía, con qué rapidez me caliento, y con qué facilidad pierdo el hilo; a ver, volvamos a eso de la deconstrucción después del punto y seguido. El filósofo francés Jacques Derrida, padre de la deconstrucción, escribió varias sentencias lapidarias con las que no podría estar más de acuerdo, ahí va una: «Sabemos que el espacio político es el de la mentira por excelencia». Joder, estamos viendo como todas las estructuras que se creían firmes se van al carajo por la carcoma de la corrupción. Díganme qué credibilidad tiene la Iglesia, la monarquía, los partidos políticos, el poder judicial, los medios de comunicación, los poderes económicos, o cualquier otra estructura pública de la actual sociedad, si todos y cada uno de ellos albergan en su ADN toneladas de intereses espurios que nada tienen que ver con el bien común. Cierto, el párrafo anterior me ha quedado más denso que un puré de patatas, les confieso que lo he releído varas veces y lo encuentro áspero, pero lo dejo porque me sigue pareciendo cierto, y ya saben, que las verdades en ocasiones no son bonitas.

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Después de un par de párrafos bastante cansinos, necesitamos viajar para despejarnos. Y cuando creía que la única forma de viajar en este tiempo pandemioso iban a ser los viajes astrales o la realidad virtual, ¡zas en toda la boca!, varias compañías aéreas han sacado los vuelos a ninguna parte. Sí señor, aviones que despegan y aterrizan en el mismo aeropuerto para quitarle el mono a todos aquellos que no pueden vivir sin presentar su tarjeta de embarque. Royal Brunei ha realizado cinco de estos vuelos desde mediados de agosto. A principios de mes, la aerolínea taiwanesa EVA Air llenó los 309 asientos de su avión temático Hello Kitty para el Día del Padre en Taiwán, y la aerolínea japonesa All Nippon Airways realizó un vuelo con temática hawaiana. Ole y ole, si esto no es deconstrucción pura y dura que venga el mismísimo Derrida y lo vea. ¿Que los viajes por definición eran siempre una manera de ir de un sitio a otro?, pues no, ahora los viajes son sencillamente una vueltecita en avión para llegar al mismo punto del que saliste, y así en un bucle sin fin donde te alimentarás a base de sándwiches de plástico vendidos a precio de caviar.

Y ahora que ya tenemos más que claro que nos vamos a extinguir mucho antes de lo que cualquiera hubiera pensado, ¿no creen que ha llegado el momento de tirar la baraja al aire y que caigan las cartas como sea? Ya hemos comprobado que si seguimos barajando como siempre el resultado no va a ser mejor que el que ahora tenemos. Por otra parte, que sé yo, no soy meteorólogo. Feliz jueves.

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