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Créanme si les digo que he conocido a buena gente que en cuanto ocupan un cargo político se les va la olla de mala manera. Buena gente que entró en política por ideales, o sencillamente porque les llamaron y pensaron que podía aportar su experiencia y su formación a la cosa pública para mejorarla. Pues bien, una vez que tocan poder, por minúsculo que pueda parecer, su cerebro se transforma, y pasan a ser seres dóciles con los que les colocaron en dicho puesto, y seres arrogantes y prepotentes con sus gestionados. Además, los más entregados, repiten como papagayos las doctrinas que les manda su partido por email cada mañana a primera hora. Supongo que la buena retribución mensual que les sueltan contribuye a que se agarren a esa silla como el yanqui a su droga. Eso sin olvidar el erotismo del poder, lo de mandar les pone y no quieren renunciar ni de coña por más sapos que tengan que tragar. Así son los partidos políticos, unas auténticas trituradoras de talento y de principios.

Y pasa en todas las siglas políticas que pululan ahora por nuestras administraciones públicas, menos en el partido de nuevo cuño que abraza el nacionalcatolicismo, porque en este caso es obvio que alguien xenófobo, homófobo, misógino, clasista, que añora genocidas dictadores, y expulsaría, si no cosas peores, a todos aquellos que no piensan como ellos, difícilmente puede ser una buena persona, premisa con la que he arrancado este artículo. Perdónenme queridos lectores, sé que son verdades de Perogrullo, pero parece que si no se pone todo muy clarito, todavía hay obtusos que lo interpretan a su manera para sacar su bilis a pasear.

Y lo que te dicen es que si quieres cambiar las cosa te metas en política para que la gente te vote y si eso ya tal. Y una mierda que se coman (con perdón). Lo tienen montado de tal manera que meter el pie en sus estrechas reglas del juego es casi imposible, y si lo metes te van a lobotomizar te guste o no. El sistema es rancio, arcaico y esta más que oxidado, y por lo tanto intentar cambiar, ni que sea una pequeña rueda del engranaje, va a ser más difícil que ver a la presidenta de la Comunidad de Madrid decir algo coherente, o que el rey fugado devuelva la pasta que es de todos, o que un vegano se meta entre pecho y espalda unos choricitos criollos.

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Claro tío listo, y si no te metes en política, como el título del gran programa que se marcan Facu Díaz y Miguel Maldonado, NTMEP, (búsquenlos en Internet) les dejas a otros que hagan y deshagan a su antojo y tú te comes los mocos. Sí, seguramente. Yo no tengo las repuestas, si no colgaría en la entrada de mi casa un cartel que pusiera: «Miope menorquín nacido en Carabanchel. Doy respuestas como si fuera el oráculo de Delfos. No echo las cartas del tarot, ni leo la mano. Tú solo pregunta, que ya te contestaré lo que me salga de la bola de cristal».

Evidentemente hay excepciones a esta regla, y no todos caen en la misma medida, pero normalmente los que conservan cierta autonomía y capacidad de disidencia duran poco en los cargos políticos. Vamos al cierre, sé que es difícil nivel «lo voy a conseguir una de cada mil», pero creo que hay movimientos ciudadanos, personas comprometidas, profesionales de todos los campos, que intentan aportar su granito de arena para mejorar las cosas, y estos, normalmente, no se dejan subyugar por unas siglas políticas.

Y este artículo da igual cuándo lo lea, porque no hay pandemia que lo cambie. Feliz jueves.


conderechoareplicamenorca@gmail.com