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Verás qué disgusto que se lleva Trump cuando alguien le diga que no, que al final no ha ganado las elecciones. Que no basta con proclamarlo de forma decidida y enérgica, que también hace falta que los resultados electorales acompañen. Verás, tú, qué cabreo. Espero que al menos tengan el detalle de decírselo un momento en el que no tenga a mano el botón rojo ese que si lo aprieta se va el planeta al carajo.

Pobre del asesor o asesora que le vaya con la canción de «Mister Trump, pues va a ser que no». No solo puede que ponga en juego su pescuezo, sino que puede que descubra una nueva tonalidad del color rojo viendo cómo se encabrona por momentos el hasta ahora presidente de Estados Unidos. Puede, incluso, que la melenaza naranja que luce pierda un poco de brío y de volumen.

Parece que los estadounidenses han dicho «bien, vale, ha estado bien como broma macabra lo de poner a semejante personaje al mando, ahora vamos por faena» cediéndole el botón rojo a Biden, un señor que seguramente no dé tanto juego como su ‘muchimillonario’ predecesor, pero del que confío tenga más cordura por aquello de que lo que le pase a EEUU nos influye más de lo que creemos.

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Lo de echarse unas risas troleando las elecciones está bien cuando son para el delegado de clase, el representante para Eurovisión o el presidente de la comunidad de vecinos, pero para temas más serios deberíamos tomárnoslo con menos guasa.

Aunque dejando el pitorreo a un lado, los datos indican que hay una parte importante de estadounidenses que aprueban la gestión de Trump y le han votado de nuevo buscando una relección por la que medio planeta temblaba. No cae bien, a ratos parece que está pirado y a ratos muy pirado.

Viendo como la covid sigue su curso mientras las vacunas cada vez se hacen más de rogar, creo que es la época de la serenidad, de cerrar filas y pensar muy bien lo que se hace. Osea, todo lo contrario que se ha hecho hasta ahora en España, mientras se improvisa más que se piensa. No hace falta ser muy listo para saber que cambiando la ley de la Educación o de la Información, no conseguirás que baje la curva contagios.

Todo hace indicar que galopamos de nuevo hacia un nuevo confinamiento que será catastrófico, una segunda versión con consecuencias más terroríficas que el primero y, de nuevo, con los que mandan más preocupados en demostrar su torpeza que en disimularla. Como le ha pasado a Trump, aunque a nosotros desgraciadamente nos queda mucho tiempo para pasar por las urnas y deshacer el entuerto de Pablo y de Pedro. Incluso Chikilicuatre lo haría mejor.