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Oigo por la radio una declaración que me parece cuando menos curiosa. Dice así: «Prefiero la muerte súbita antes que vivir sin croquetas de jamón» Naturalmente, me quedo muy sorprendido. Rápidamente consulto el término «muerte súbita»: «La muerte súbita es la parada que se produce inesperadamente y de forma repentina en personas que aparentemente gozan de buen estado de salud. La parada del corazón se produce abruptamente, y en el caso de no recibir atención médica inmediata, concluye con la muerte del paciente». Una vez leído esto, todavía me quedo más sorprendido. Entonces consulto el término «croquetas de jamón». Veo una foto de unas croquetas muy feas, grandotas y arrugadas, que se me antojan demasiado blandas. «Las croquetas de jamón serrano no tienen ninguna dificultad, aunque sí algo de elaboración pero con un poco de paciencia y toneladas de cariño, van a salir unas croquetas de jamón deliciosas…». Entonces me pregunto dónde hallar «toneladas de cariño», porque una tonelada ya es mucho, y me sorprendo que no diga «montones de cariño» o bien «os van a gustar un montón». La cosa es que enseñan a prepararlas con salsa bechamel, taquitos de jamón, etc. Pero yo sigo sin salir de mi asombro. Ya sé que la gente suele decir que nadie prepara las croquetas como lo hacía su mamá, pero yo soy hijo de cocinero y a mi mujer las croquetas le salen tan bien como a mi padre, o tal vez mejor, y sigo pensando que lo de la muerte súbita es algo muy serio. Porque, ¿quién nos asegura que en el cielo hay croquetas? Y además, ¿quién nos asegura el cielo?

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Casualmente, me encuentro con el titular de un artículo que reza: «Dadme la fe de mis mayores». Ya está, pienso: la gente de nuestra generación, y la de la siguiente, hemos perdido la fe hasta el punto de preferir las croquetas de jamón. No me refiero a la fe en Dios, sino a la fe en cualquier cosa, la fe en un ideal, la fe entendida como vocación –en el arte, en el trabajo, en el esfuerzo de superación-, incluso la fe en uno mismo que también puede traducirse como seguridad o como creer en sí mismo. Nada, croquetas de jamón. Nuestros padres se pelearon en una guerra fratricida por fe en unos ideales, Van Gogh debió de tener en algún momento fe en el arte, Henry Ford se hizo rico porque tenía fe en sí mismo y en la industria del automóvil, San Lorenzo se dejó asar a la parrilla porque tenía una profunda fe en Dios, algunos de nosotros nos dejaríamos morir porque tenemos fe en las croquetas de jamón.