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Tengo mucha suerte, la verdad. En este coto privado de ideas puedo escribir de lo que quiera, como quiera y con el punto de vista que quiera. Otra cosa es que tú y yo, al final, coincidamos en algún punto, que ya te dije, ni me va ni me viene. Gozo de una verdadera libertad de expresión. De hecho, creo que la manga del diario MENORCA se ha hecho más ancha en los últimos años en cuanto a opiniones y en la forma de expresarlas.

En tercero de Periodismo cursé una asignatura cuyo objetivo era explicar qué era el código deontológico del periodismo y del periodista, y entre el temario había un tema dedicado a la «libertad de expresión».

La metodología del profesor, que consistía en vomitar una y otra vez apuntes durante 90 minutos, influyó en que no fuera capaz de despertarme el necesario interés por un tema tan importante y que tuviera que descubrir por mí mismo. En los últimos días se ha convertido en trending topic.

Yo sé que en esta columna puedo decir lo que quiera y, al margen del libro de estilo del «Menorca», también sé cuáles son los límites. No desearé la muerte a nadie, por ejemplo, ni tampoco soltaré calumnias e injurias. No porque el director me pueda censurar sino porque es ilegal.

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No sé si sabes que todos los derechos universales y constitucionales son precisamente eso, derechos con los que cuenta el ciudadano y llegan hasta donde quieran mientras no vulneren el derecho de otra persona. Por eso me parece igual de idiota el que desea «exterminar a 10 millones de personas que han votado al PP», como el idiota que quiere «fusilar a 26 millones de personas» que, además de votar al PP también han votado a las otras opciones políticas que no le representan, como la idiota que culpa de todo a los judíos.

Y estos tres idiotas, como otros, no tienen cabida en una sociedad que avanza por un lado con el lenguaje inclusivo por el bien de la convivencia y por otro aplaude que alguien instigue a «clavar un piolet en la cabeza de José Bono», que afirme «merece que explote el coche de Patxi López» o que admita que «no me da pena tu tiro en la nuca, ‘pepero’».

Si a ti, amigo lector, te apetece burlarte de la monarquía estás en tu derecho porque se lo han ganado a pulso. Igual que el que entra en prisión no por lo que escribe, sino por las condenas acumuladas. Todos tenemos el derecho a opinar lo que queramos sobre lo que nos dé la gana, pero a menudo se nos olvida que aparte de derechos tenemos obligaciones como ciudadanos. Entre ellas está la de respetar los derechos de otros. Y lo dice un ‘pepero’ cuya nuca está muy contenta sin ningún tiro.

dgelabertpetrus@gmail.com