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El lunes se fue al cielo Quique San Francisco, un actor grande que estrujó la vida con toda la intensidad que pudo y que nos ha dejado papeles excelsos en varias cintas. Sus ojos claros, su aspecto desgarbado y su expresión directa llenaban la pantalla de la televisión en las múltiples apariciones que ha tenido en diversos programas.

También era un disidente, un extraño en su mundo de artistas de pensamiento progre porque es lo moderno y sobre todo subvenciona más y mejor el cine.

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«Ahora tenemos censura de opinión, que es peor que la que tuvimos con Franco. Estamos en la dictadura de la mayoría, es la época de peor gusto de la Historia», soltó con su voz ronca y gastada en una entrevista. Irreverente y atrevido, abominaba de lo políticamente correcto porque es en sí una forma de autocensura.

«Ahora mismo, si tú me pusieras las propuestas de un partido sin saber si es de izquierdas o de derechas, pues yo estoy muy de acuerdo con muchísimas cosas de Vox. Pero resulta que ahora si tú estás de acuerdo con Vox, eres un facha de mierda. Los únicos reaccionarios que hay son ellos. Una cosa es ser facha y otra es ser reaccionario». Y se quedaba tan ancho porque no dependía del poder de turno para tener trabajo. Para la diversión necesitaba poca ayuda, iba siempre con él.

«Los grandes asesinos y fundamentalistas de la historia han sido de izquierdas» es otra de sus perlas, aunque el nacionalismo le provocaba más rechazo «porque no ha traído más que guerras civiles y cosas espantosas». Y repartió en general entre los políticos, «pobres hombres, que viven de crear enfrentamientos y en el momento en que tienen el enfrentamiento hecho, ellos ya pueden entrar a trabajar». Decía otro grande, el Perich, que «hay médicos buenos y malos. Los buenos van al cielo». Sirve también para los actores.