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Hoy cumple 65 años la mujer más luchadora que he visto. Y la más optimista. Y la más vital. Y la mujer, a la que me habría encantado parecerme si yo hubiese nacido mujer. La mujer a la que, habiendo nacido hombre, me quiero parecer todo lo que pueda parecer. Hoy cumple 65 años Isabel, la jefa, Na Belita, mi madre, y bien podrían ser cincuenta y quince, o cuarenta y veinticinco, porque está más en forma que nunca y con unas ganas de seguir comiéndose el mundo, por muy difícil que se empeñe el mundo en ponérselo.

Cada 8 de mayo no puedo hacer más que dar gracias. A la suerte de nacer en Menorca le sumo el privilegio de que Isabel María Petrus Melià sea mi madre que, como todas las madres, es la mejor madre del mundo y, sin duda, la mejor madre que habría podido tener. Hoy estoy ñoño, sí, pero es que se lo merece por encima de todas las personas que podrían optar a que les dedique unas líneas en este coto privado de ideas que compartimos.

¿Sabes? Yo estoy aquí, en esta columna, porque ella estuvo antes. Porque, cuando no había correos electrónicos, los artículos se entregaban en mano y yo no era más que un mocoso inquieto, ella tenía a bien llevarme a la redacción de «Es Diari» para entregar cualquiera de sus artículos que merecían mil veces más la pena que la mejor de mis inspiraciones que pueda compartir yo contigo.

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Dicen que a escribir se aprende leyendo, y ella leyó tanto que aprendió a escribir por ella y, seguramente por mí. Leyó tanto que me resulta imposible encontrar un recuerdo en la que no tenga un libro en sus manos.

De su familia y de esas historias que devoraba y devora aprendió y moldeó su carácter firme pero afable, su convencida convicción de que tiene la razón, aunque tenerla sea lo de menos, llegándote a convencer a ti, aunque pienses todo lo contrario. Se adueñó del coraje y del valor de algunos de sus personajes y los luce con un desparpajo que engancha, y de otros protagonistas tomó prestado el carisma de líder que hace que cualquiera le siga y que la convirtió en la persona más «Lista, lista, listísima» que conozco.

Yo sé que tú no has venido hasta aquí para que te cuente todas estas cosas de mi madre, te prometo que la semana que viene será distinto. Déjame que este sábado se lo dedique aunque esta columna se me quede corta y las palabras no hagan justicia a todo lo que tendría que decirle. Per molts d’anys, jefa.