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La gestión de esta pandemia vuelve a dejar flecos que a estas alturas deberían estar más que resueltos. A principios de julio, cuando el tsunami de contagios de los jóvenes obligó a guardar cuarentenas a sus contactos estrechos, las empresas empezaron a notar el efecto de tanta gente confinada, imposible de cuadrar bajas y sustituciones en pleno verano. Llegaron las quejas, los efectos económicos, una vez más, de la crisis de salud pública. Entonces supimos por las autoridades sanitarias que una persona vacunada con pauta completa está exenta de cumplir cuarentena si de entrada tiene una prueba negativa, aunque deba extremar la precaución y no trabajar con colectivos vulnerables. Solo debería aislarse si una segunda prueba resultase positiva. Un alivio para las empresas pero el problema es ahora para las familias, específicamente los padres de niños pequeños cuando estos son los positivos o los que han tenido contacto con alguien portador.

Ahora que Menorca tiene casi un 74 por ciento de población diana con la pauta completa de la vacunación, muchos de esos progenitores estarán libres de cumplir el confinamiento, pero lo que a priori es una buena noticia, se convierte en un serio problema cuando tienen hijos que cuidar.

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Porque como expuso una madre afectada a este diario, lo que podría ser un incentivo para vacunarse acaba siendo un agravio.    Si la exposición directa a un miembro de la familia que ha dado positivo por coronavirus no da derecho a baja laboral por estar vacunado, no queda otra vía que teletrabajar, imposible en según qué profesiones, o alcanzar un acuerdo con la empresa o lo que es peor, meter en el embrollo al médico de familia. De momento no hay ‘canguros covid’.

Sería bueno que, a pocas semanas de empezar el curso, se dejara clara cuál es la norma que aplica en estos casos y cómo se resolverá un repunte de contagios entre niños con madres y padres que, haciendo lo correcto, han corrido a vacunarse.