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Estamos viviendo un tiempo en que todo cambia y lo hace a tal velocidad que no te da tiempo a posicionarte o a hacerlo de forma acertada. Escribo esto en día 13,    número de mal agüero para muchos, como el romper un espejo, pasar bajo una escalera o que se te cruce un gato negro y me alegro de hacerlo porque jamás he creído en las supersticiones.    Creo en los gafes y en los pregoneros de las malas noticias porque gracias a ellos he podido llegar a tenerlos controlados y bien vigilados y han dejado en mí el enorme poder de poder prescindir de sus malas artes. La caja boba para mí es uno de los principales nidos donde la verdad absoluta que dicen te ofrecen, pasa a convertirse en un comecocos donde llegas a dudar de la verdad. Lo blanco pasa a negro de un día para otro y puedes renacer o morirte en menos que canta un gallo. Noto a faltar determinados parámetros donde poder llegar a pensar y a actuar según mi libertad y no en base a las directrices que te ves obligado a asumir y sobre todo cuando ves que no tienen la firmeza y el agarre suficiente para brindarte una mínima seguridad. Talvez la almohada al llegar la noche en que todos los gatos son pardos, cuando en tu cama te cubres con la sábana hasta el cuello, es uno de los pocos momentos en que puedes susurrar un mea culpa o pedirle a tu espíritu, cuando tu mente ya no da para más, media docena de consejos donde agarrarte para hacer más llevadera la espera del nuevo día.