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Sant Joan, las fiestas de Ciutadella en definitiva, son tan singulares, encierran una grandeza histórica tan reconocida y una proyección de tamaña envergadura que son capaces de provocar alianzas poco frecuentes, inverosímiles, hasta cierto punto, como lo son las misteriosas victorias del Real Madrid en Europa.   

Así ha sucedido esta semana en el Parlament balear entre dos partidos antagónicos, a ambos extremos de sus respectivas posiciones ideológicas, el Partido Popular y Més per Menorca.

Josep Castells, de la formación ecosoberanista, un notable divulgador del sentido común, más allá de sus postulados, ha apoyado la proposición no de ley presentada por la diputada del PP, Asunción Pons, contundente en la defensa de su propuesta en relación a la gestión de Sant Joan y sus condicionantes.

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Los dos votos de Més han resultado fundamentales para que saliera adelante la iniciativa de los populares menorquines sobre la implicación del Govern en las fiestas, como también había reclamado con reiteración la alcaldesa de Ciutadella, Joana Gomila, de la misma agrupación heredera del PSM. Su alcance, a partir del masivo desplazamiento de mallorquines a ponent, sugiere el necesario compromiso del Govern, mucho mayor del que brindaba hasta ahora.

La coincidencia de posiciones en este caso concreto, como lo fue el mes pasado, por ejemplo, la del PP y la Entesa de Es Mercadal, contra Ports IB por la reforma del puerto de Fornells, son alianzas muy puntuales    que, en cierto modo, devuelven a la ciudadanía una mínima parte de la confianza en la cosa pública que han dilapidado tantos políticos desde el advenimiento de la democracia.

Se trata del interés común por encima de las posiciones inamovibles en función del color de los partidos. Que el Govern ha de aumentar su implicación en una fiesta que trasciende al municipio es una cuestión obvia que, incomprensiblemente, solo parecen cuestionar los tres partidos que forman el Ejecutivo autonómico.