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Acabo de tener una experiencia tenebrosa. Creo que, sin quererlo, he conectado con el más allá desde el más acá. No sé si eres de las personas que creen que cuando todo esto se acabe empezará una suerte de nuevo episodio o, quizás, una temporada nueva o, directamente, un spin off o una serie diferente. Yo, la verdad, estoy a la expectativa para que me pille por sorpresa todo lo que esté por venir.

Pero, como te decía, acabo de conectar con el otro mundo a raíz de una llamada tonta, que no tenía demasiadas pretensiones y que me ha dejado con un mal cuerpo, peor que cuando te comes un plato de acelgas con espinacas. Un horror, oye.

Quería hacer una gestión para un billete y llamé al típico número 900 que te regala una canción de espera que al principio te ilusiona, incluso la tarareas y luego te cansa porque, a la vez te desesperas, mientras los minutos pasan sin que nadie te conteste al otro lado.

Mi llamada empezó como todas, marcando con pocas expectativas de que me fueran a solucionar el problema que tenía pero abierto a cualquier cosa. De pronto al otro lado del auricular empezó a sonar una versión lenta, enlatada y desgarradora de Let it be, de los Beatles. Sonaba mal y daba un mal rollo brutal mientras la melodía daba paso a una letra y a unas voces tipo zombie.

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Me imaginé a John Lenon interrumpiendo su letargo eterno para ofrecerme un concierto privado y encabronado por las molestias. A mí el privilegio me pareció prescindible por el mal rollo. La lógica dirá que fue un error informático, que Ringo, Paul y compañía tienen mejores cosas que hacer, vivos y muertos.

Las máquinas fallan, con A, y nos regalan situaciones que, si dejas escapar la imaginación, se vuelven divertidas y extrañas. Las personas fallan, con A y con O, y también las regalan.

Que las máquinas acabarán dominando el mundo es un hecho que ahora nos hace gracia porque en las películas acaba todo bien pero mientras tanto tenemos que divertirnos por lo que pueda pasar. No sea que cualquiera de nosotros acabemos cantando desde ultratumba ‘Un barquito chiquitito’ o la canción del Elefante por los siglos de los siglos. Amén.

dgelabertpetrus@gmail.com