TW

A estas alturas te habrás dado cuenta de que vivimos en una sociedad inmediata. Cualquier cosa que se nos antoje o que necesitemos debe estar resuelta en el breve, brevísimo espacio de tiempo que se separa entre el momento que nos damos cuenta que lo queremos y el momento en el que vemos que no lo tenemos. La paciencia, por ejemplo, está en peligro de extinción.

Esas ansias nos provocan una sensación mala cuando, por ejemplo, nos toca hacer cola en cualquier lugar mientras esperamos que nos atiendan. Hemos perdido la habilidad de embobarnos con cualquier cosa mientras la persona que tenemos delante se debate interminable y desesperadamente entre elegir si quiere desayunar un cruasán o un donut.

Somos la sociedad del 3.0, del 4.0 o del qué sé yo cómo lo llaman y para nosotros el «ahora» incluso a veces nos parece tarde ya que nos hemos acostumbrado a que todo vaya y ruede a pedir de boca, y eso puede provocar que perdamos el valor verdadero de muchas cosas. Compramos una cosa por internet que se vende en China y nos enfadamos si no está aquí al día siguiente.

Estos días te escribo desde Chamonix, un lugar maravilloso lleno de cimas de montaña y rutas para correr de esas que caminas más que otra cosa porque la pendiente es muy alargada y pronunciada. El enclave en cuestión se ha convertido en una suerte de gran parque de atracciones para los que nos gusta perdernos por las montañas con más corazón que ritmo. Es la cuna de la UTMB, una carrera que se ha ganado a base de épica y de mucho talonario ser considerado el evento en el que todo aficionado a correr por la montaña quiere participar una vez en su vida.

Noticias relacionadas

He trabajado toda la semana en la feria de la competición promocionando Menorca y el Camí de Cavalls y he visto pasar a miles de corredores. Más allá de en el idioma, me he fijado mucho en sus miradas y me he encontrado pasión, miedo, nervios, ganas, pero también inconsciencia, inexperiencia y algo de improvisación. Es una carrera en la que, según dicen los números, es mucho más fácil abandonar que acabar.

Tanto en este mundillo como en la vida es fácil encontrarnos a alguna persona que, fruto de la impaciencia, quiere lograr objetivos para los que no está preparado, para los que no ha trabajado suficiente y para los que no ha hecho suficientes méritos. Opinio que nos equivocamos, aunque también soy de los que piensan que hace falta un punto de inconsciencia para lograr grandes metas.

Si nos centramos en disfrutar únicamente de la cima y de las vistas, cometeremos el error de perdernos todo lo que nos regala la subida. Y a veces, es mucho más bonito.

dgelabertpetrus@gmail.com