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Hace 12 años se registró en la Isla un robo por el método del butrón, esto es, horadando la pared posterior para acceder al lugar o directamente a la caja fuerte, en una nave del Polígono Industrial de Ciutadella. Entonces, los ladrones lograron un botín nada despreciable de 20.000 euros...

Otra tentativa de butrón, en este caso sin éxito, ocurrió en el Polígono de Maó, más recientemente, agujereando o tratando de agujerear la pared lateral de una empresa.

Fue, sin embargo, el asalto con violencia a la familia propietaria del centro de jardinería Truvi, de Ferreries, en la finca de Calafi Vell, en 2009, el robo que más impacto social causó por la violencia con la que se emplearon los dos delincuentes detenidos hacia los dueños del establecimiento. Les causaron heridas importantes y se embolsaron 12.000 euros, pero fueron localizados, arrestados y condenados a 10 años de prisión por el magistrado del Juzgado Penal de Maó.

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De haber prosperado el intento de robo de dos cajeros automáticos en la madrugada de este pasado lunes, el delito también habría pasado a la relación de asaltos más trascendentes de la Isla en los últimos años por su componente insólito.

Más propio de una película de ladrones que de un lugar caracterizado por su tranquilidad, la metodología de esta última acción delictiva despierta tanto asombro como provoca una cierta hilaridad a la vista de su resultado. Sustraer un camión para robar dos cajeros y no poder hacerse con ellos tras arrancarlos de sus anclajes suena a intento chapucero que evoca aquellas «españoladas» del cine de los 60 y los 70 en este país.

Los ladrones sabían manejar el camión grúa pero desconocían cómo accionar su sistema hidráulico para subir los cajeros. Conocían el camino rural que podían tomar para no ser descubiertos en la carretera general y ese propósito sí les salió a la perfección, aunque su detención parece estar próxima. No pasarán a la historia por su astucia, precisamente.