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Hoy es jueves 8 de septiembre del 2022… bueno, cuando digo hoy, me refiero al día en que ustedes, queridos lectores, podrán leer el artículo, porque si fuera estricto con los hechos, hoy, es decir el día en que estoy tecleando estas palabras, es domingo 4 de agosto del 2022. Ya ven, con la escritura podemos viajar en el tiempo, yo estoy este domingo por la tarde, de bochorno y asueto, conectándome a través de mi teclado con ustedes que están en plenas fiestas de Maó. Me va a explotar la cabeza, soy capaz, juntando cuatro letras de viajar al futuro, a lo bruto, sin un DeLorean ni nada. Bueno ya que hemos llegado hasta aquí, les deseo a todos que se lo pasen más que bien en las fiestas, y un abracito sincero a todos los que curran para que los demás disfruten. Vale, soy cansino, pero no me voy a olvidar ni por un minuto, hasta que venga a visitarme el Alzheimer, de todas y todos los que curran cuando los demás estamos saboreando pomadas fresquitas, o cervecitas bien tiradas, sin ellos no hay fiesta, así que a cuidarlos.

Este verano he conocido a un tipo muy peculiar, me refiero al catedrático, viajero, zampón de fuertes digestiones, gran miope y gran sociópata, estrafalario en muchos temas, tierno en otros, con un gran sentido de la justicia y con una gran dificultad para leer los contextos y saber si está meando dentro o fuera del tiesto, o sencillamente si hay algún tiesto cerca, muy amigo de su único amigo, Peter Puturrú (del que ya hablaremos… o mejor no), imagino que ya sabrán que les hablo del mundialmente famoso profesor John Wilson.

El bueno de Wilson cierra su periplo por Menorca y justo después de las fiestas de Maó emprende viaje a nuevos destinos, al parecer (que quede entre nosotros porque el profesor es muy reservado) Wilson quiere llegar hasta esos países con mucho desierto y mucho petróleo, y con los mismos derechos humanos que había en Auschwitz, a ver si consigue boicotear el Mundial de fútbol de la vergüenza. Correrá la pelota chutada por multimillonarios sobre un césped impoluto que tapa los miles de esclavos que han muerto en la construcción de tan fastuosos estadios, pan y circo como en la antigua Roma, ahora bien, con una gran diferencia el Coliseo ha sobrevivido siglos, y los estadios de estos dictadores con Ferraris serán engullidos por la arena del desierto en menos tiempo de lo que tarda un neoliberal en privatizar un hospital, o en menos tiempo de lo que tarda un rey en robar a su pueblo para gastárselo en orgias.

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Wilson ha flipado con la isla, pero ha decidido no promocionarla en sus redes sociales porque piensa que ya está bastante saturada. Además recuerde que él utiliza sus canales de Youtube para la ciencia irónica, que consiste en partirse el culo usando el sarcasmo ante todo aquello que nos parece tan ridículo per se que es imposible parodiarlo, como un facha pobre, por poner un ejemplo.

Lo que si se lleva Wilson en su maleta, como obsequio a sus colegas de la «Yonofuiala University» son unas cajas de la mejor cerveza del mundo, unas IPAs de Grahame Pearce, fabricadas en San Climent para disfrute de toda la humanidad… bueno de toda no, pongamos que para disfrute de la gran mayoría, como dice Wilson: «en el planeta siempre habrá auténticos cabronazos, pocos, pero los habrá; la cuestión es si les dejamos a ellos el timón, o les ponemos a baldear la cubierta. No tengo ni idea, pero yo nunca haré nada sin mi lúpulo». Apuntaba a gran frase, pero es que ni Wilson ni yo damos para más. Feliz jueves de fiestas.

conderechoareplicamenorca@gmail.com