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Tradicionalmente se creía que la mujer fea hacía mejor casamiento que la hermosa, y de ahí el refrán: «la suerte de la fea la guapa la desea». A veces las mujeres menos atractivas no son tan remilgadas como las llamativas, pero también se da el caso contrario. Debe de ser cuestión de carácter, de cultura o de inteligencia. A lo mejor hay que hurgar en la influencia de los progenitores o en una infancia más o menos feliz. Incluso se podría buscar en el mundo enigmático de los sueños. Si no me creen les voy a describir el sueño que tuve yo uno de estos días. Hasta podría ponerle un título: «Esperando ser comida». Porque me encontraba en una isla de caníbales, todos machos, que se alimentaban solo de mujeres. Si creen que es un disparate, pregúntenles a las feministas, o repasen las listas de lo que llaman «violencia de género», algo que desgraciadamente está muy a la orden del día. ¿Pero qué ocurría en mi sueño? Pues lo que ocurre en el mundo real: que se comían primero a las guapas. A lo mejor se objetará que las mujeres bonitas pueden resultar insulsas, o insípidas, pero eso los caníbales no lo tenían en cuenta. Entonces el refrán tenía mucho sentido, porque cuanto más fea era la mujer, más tardaba en ser comida. Y a lo mejor, si se trataba de una señorita de aspecto repelente, no le llegaba nunca el turno de ser comida. En mi sueño no se tenía en cuenta la belleza interior, ni siquiera la capacidad intelectual. No sé qué me recuerda esto.

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¿Por qué soñamos estas cosas? No lo sé. Los sueños son historias e imágenes que nuestra mente crea mientras dormimos. Hay sueños inquietantes, como el que acabo de describir, pero también los hay divertidos. A veces no recordamos los sueños, pero soñamos todas las noches. Hay quien dice que los sueños representan deseos inconscientes. También dicen que se relacionan con lo que hemos experimentado durante el día. Incluso se apunta que los sueños sirven de preparación ante posibles amenazas diurnas. Salvador Dalí decía que él pintaba toda la realidad, la que percibimos de día y la que vivimos en los sueños. Esto me recuerda el realismo mágico de la literatura. El estrés, el miedo, la enfermedad, las drogas pueden producir sueños perturbadores llamados pesadillas. A veces una pesadilla tiene tantos visos de realidad que nos despertamos nerviosos y hasta tememos volver a dormirnos. Mi madre decía que soñar mierda significaba dinero y soñar niños buenas noticias. Nunca me dijo nada de soñar caníbales machistas.