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Malas noticias para los menorquines: en la Isla no se encuentran viviendas aceptables para poder alquilarlas, muchas acuíferos están contaminados, los residuos se arremolinan en Milà, para los jóvenes es misión improbable poder formar una pareja e intentar una vida en común... El sustento diario está disparado, muchos empleos solo son discontinuos y no fijos, el turismo lo avasalla y engulle todo dificultando la creación de otras opciones económicas, la industria acude a su reconocida heroicidad para sobrevivir a duras penas... Las vías de comunicación siguen estando en un pésimo estado, se aprueban leyes llenas de humo que constreñirán aún más la vida en la Isla mientras los políticos siguen quemando bengalas ideológicas sin importarles el ciudadano de a pie. Sí, la administración engulle al ciudadano y casi le fuerza a ser parte de ella (el ‘sin mí no hay vida’ se convierte aquí en una delatora evidencia).   

Una de las últimas ocurrencias de la radicalidad estrafalaria reinante en la Isla (aparte de hacer creer que el aire de la Isla está polucionado cuando contrariamente es uno de los más limpios del Mediterráneo) es ampararse bajo el bulo de una masificación inexistente para prohibir la llegada de coches a la Isla. Así se pretende que un visitante que alquile una casa no pueda deambular libremente durante sus vacaciones. El sarcasmo irrita más cuando se asegura que deberá usar un transporte público que prácticamente no existe.

Otro sí: el tema del coche eléctrico ya riza el rizo del absurdo cuando solo se han vendido unas pocas docenas de esos coches en los últimos años en Menorca y cuando se comprueba que no existe una mínima red de alimentadores en la Isla. Pero, dale que te pego, los catastrofistas siguen dando el coñazo cuando el coche eléctrico está alejado de las posibilidades económicas de la inmensa mayoría de la población y sin querer ver que el futuro es el coche de hidrógeno y no el eléctrico que finalmente poluciona más que el gasoil.

Todo es una manera sutil de desincentivar la llegada de turistas. «Puede viajar a Menorca pero no podrá moverse de su cama», nuevo lema carcelario de los rojiecolos isleños. Y todo amparado bajo la etiqueta del extremismo más irracional para imponer una ideología desfasada de la historia. Quin desastre!.

Entretanto este invierno está siendo uno de los peores de las últimas décadas por cuanto la Isla parece haber quedado momificada y desierta de una actividad que duerme el sueño de los injustos... aunque siempre nos quedará Vueling o Ryanair. Practicar hoy y aquí el ocio es una tarea casi imposible porque buena parte de la restauración está invernando a la espera de que luego sea crucificada por saturar la oferta y masificar la Isla.   

El otro día un amigo me hizo el siguiente comentario «Pero ¡qué suerte tuvimos nosotros!» Se refería a las generaciones    que vivimos la Menorca de los años sesenta y setenta, los que no podíamos votar pero sí vivir una vida llena de oportunidades. Ese amigo que nunca fue franquista (solo un cretino puro podría considerarlo así) sino todo lo contrario me reconocía que las opiniones cambian con el tiempo y ante la evidencia.

Me recordó que hubo un tiempo en que los padres no debían de preocuparse por si sus hijos podrían acceder a una vivienda porque no existía el problema actual, era una época en que no había trabas para iniciativas privadas que ilusionaban al individuo y no le forzaban a tener que integrarse en un entramado administrativo que les priva de poder crear algo por sí mismos. Un tiempo en que muchas familias menorquinas sencillas podían permitirse el lujo de acceder a ser propietarias de dos viviendas, la habitual y la veraniega, mientras que hoy para conseguirlas tienes que ser casi un potentado o formar parte de la alta burguesía política para poder prosperar.

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Más: nosotros tuvimos la suerte de poder piropear con toda educación a una chica guapa sin miedo a que nos encerraran por decir la verdad, vivimos un tiempo en que las mujeres podían estar seguras porque los violadores no eran liberados graciosamente por unas/os inconscientes, sino que cumplían sus penas completas; un tiempo en que las chicas no solían regresar a sus casas «solas y borrachas» sino acompañadas y custodiadas por un enamorado respetuoso que acaso solo pecaba en su imaginación.

Sí, vivimos un tiempo en que no se confundía a los niños ofertándoles un ‘menú del día’ que incluía diversas opciones sexuales ni se les alentaba a entrar en caminos desconocidos que una vez andados son ya de imposible regreso. Vivimos un tiempo en que cuando entrabas a trabajar en una empresa lo normal era que te jubilaras en ella. Era un empleo para toda la vida porque había estabilidad laboral y hoy no la hay porque todo es eventual.

Hoy se esconde la realidad económica y social bajo múltiples y renovadas cortinas de humo que impiden verla en todo su esplendor. La norma es atemorizar al ciudadano y convertirle en dependiente de la administración. Mientras hablamos de la ley del ‘no es no’ esa chapuza ridícula o discutimos sobre el ‘trailer’ (s’engrescador dirían en Alaior) de la próxima Ley Trans no hablamos del daño que causará la ley biosférica que solo servirá per enredar la boga mientras crea otros 100 empleos públicos inútiles que engordarán la cabaña política de la Isla.   

Sí, nosotros vivimos un tiempo producto de una época distinta que aunque carente de libertades políticas nos evitó todas estas idioteces y nos concedió toda la libertad personal que uno pudiera desear. Dicho queda amigo.

Notas:

1- Una apacible oposición ha hecho posible que la izquierda del Consell insular siga teniendo opciones a revalidar su gobierno en mayo 23 después de todos los desmanes producidos y de todas las bengalas quemadas. Ni tan solo ha sido capaz de convocar una manifestación ante la sede del Consell para protestar por lo de la carretera general. Ni tan solo eso. En la oposición también se vive bien, al parecer.

2- No den a Vox Menorca por amortizado.

3- Defender la movilidad compartida es una auténtica chorrada propia de ilusos en un mundo afortunadamente individualista y libre. Descanse en paz tan brillante idea.