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Estoy muy contento. Estamos a día 18 de febrero y todavía mantengo firme e inquebrantable uno de los propósitos que me marqué en fin de año. Llevo 49 días sin morderme las uñas. Lo sé, es una guarrada, pero lo llevo haciendo desde los 11 años y, aunque he tenido periodos de sobriedad, no he sido capaz de enterrar un vicio que me cuesta reconocer en estas líneas y que me cabrea cada vez más.

Si te soy sincero ni recuerdo cuándo empezó la pesadilla. Sí sé que estaba en el colegio y me imagino que los nervios propios de un niño pillo derivaron en un hábito que, al margen de lo higiénico, tranquiliza. No me dio por fumar, ni por trastear con la comida, sino que cada 10 días, que es lo que más o menos tardan en recuperarse las uñas, me relajo con un rato de morder y triturar.

Ahora estoy muy contento de mi enésimo intento de dejar atrás este vicio. No sé si será la definitiva pero sí sé que tampoco estoy marcando ningún récord de longevidad o de aguante. Esta vez me veo con fuerzas mentales y emocionales de no dejarme ir en las ganas de recortarme las uñas.

Es asqueroso, lo sé, y seguramente tienes mejores cosas que leer. También fumar es un vicio asqueroso y está normalizado hablarlo sin problema o aguantarlo pasivamente en lugares públicos. Y por si te lo imaginas, no, yo no escupo mis uñas a la cara de otra gente como pudieran hacer conmigo los que fuman.

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Estoy contento. No morderme las uñas me genera ansiedad, una sensación que estoy controlando y que difícilmente creo que me deje de acompañar a lo largo de mi vida. No creo que lo deje nunca, o que pueda decir que estoy ‘limpio’ de este vicio y tranquilo, igual que no lo hace un fumador ni tampoco un alcohólico, aunque lo mío sea menos serio.   

También creo que la vida va de pequeñas victorias, no necesariamente de lograr grandes triunfos sino de conseguir pequeños hitos que nos ilusionen y nos hagan seguir motivados para seguir luchando, aunque luchar sea lo único que podamos hacer, independientemente del resultado.

Ojalá te pase igual. Quiero decir ojalá tú también seas capaz de superar aquello que te acompaña, que no te gusta y que hasta ahora no has sido capaz de dejar atrás. Porque son esas pequeñas luchas con sus correspondientes victorias las que nos iluminan el camino hacia retos más grandes, hacia esa mejor versión de nosotros mismos que parece difícil que alcancemos.

Es muy probable que la semana que viene o el próximo mes haya decaído por enésima vez y, entre tanta frustración, tenga que volver a activar la cuenta de días para saber cuánto tiempo llevo limpio. Pero no me cansaré de luchar. Aunque a ti, seguramente, te parezca una tontería.    Pero lo triste es que estamos rodeados de tonterías.

dgelabertpetrus@gmail.com