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La Comunidad Autónoma de las Illes Balears ha anunciado la entrega de tres medallas de oro mañana, 28 de febrero, a Agustí Villaronga, Antònia Vicens y Gabriel Janer Manila. También ha anunciado la concesión del premio Ramon Llull a título póstumo a Joan López Casasnovas. Son nombres de colegas y de amigos, amigos entrañables, por lo que me congratulo y les doy desde aquí la enhorabuena. En el caso de los que ya fallecieron, como Villaronga o López, sé que mi felicitación no les llegará directamente, pero puede alcanzar a sus allegados. «Allegados son iguales, etc.» Y «Omni mors aequat» (la muerte lo iguala todo). Sin embargo, «es de bien nacidos ser agradecidos» y no podemos obviar el agradecimiento a quienes brillaron por su esfuerzo y su talento en esta tierra –y este mar– que el propio Janer Manila ha lamentado alguna vez que estuviera deixada anar de la mà de Déu.

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Hace años que conozco a estos amigos, cincuenta o más. Joan López fue compañero de colegio en mi niñez, Gabriel Janer Manila y Antònia Vicens lo fueron en mi niñez literaria, cuando me acerqué a Mallorca para publicar mi primer libro. Fue Josep Maria Llompart quien me habló de Antònia Vicens y su libro «39º a l’ombra», premio Sant Jordi de 1967. También fue Llompart quien me presentó a Janer Manila, premio Víctor Català de 1972, por «El cementiri de les roses»,    y premio Josep Pla también de 1972 por «Els alicorns». A esto le llaman «doblete», pero a lo largo de su trayectoria Janer Manila ha conocido muchos más éxitos, publicaciones y premios, casi en todos los géneros de la literatura, con mención especial de la infantil y juvenil. Estuve en Barcelona cuando le otorgaron el premio Ramon Llull -el de novela- por «Tigres», pero ya había leído otras obras suyas, incluso algunas con títulos sugestivos como «Han plogut panteres», grito de combate de los estudiantes en mayo del 68 en París. «¿Qué le han hecho a la lluvia?» era otra frase de protesta en forma de canción contra las pruebas nucleares (Malvina Reynolds: «What have they done to the rain?») Sin embargo la lluvia más impresionante es la de libros publicados por Janer Manila, tropecientos. Una prosa trabajada, reflexionada, una visión íntima de la realidad, comprometida consigo mismo, con su tierra y con el mundo… Un amigo que ha sabido ayudar a sus amigos desde el silencio (por cierto que «El silenci» es uno de sus primeros títulos), cuya sombra se confunde con la de los grandes como Josep Maria Llompart o Maria Aurèlia Capmany…