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Y a punto de comenzar la Semana Santa que a mi modo de ver tiene tres modalidades. Para los creyentes período de devoción, para otros unos días festivos alejados de las obligaciones laborables e inversión del tiempo en comilonas y siestas a pierna suelta y para el resto, puentazo para salir y visitar nuevos lugares. Yo no sé en que grupo encajaría mejor aunque si debo ser sincero y pudiera, me quedaría con un poco de cada uno.

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Pero sinceramente, una Semana Santa sin pasos, cofrades, música de tambores y trompetas, público en las aceras y ese característico olor a cera quemada derritiéndose como lágrimas en los bordes de las antorchas sin todo eso, no sería más que cualquier semana con puente en nuestro calendario. Pero hay algo más que realza estas fechas y es el silencio de nuestra clase política. Adiós a los discursos, a las frases elocuentes, a esos cientos de jeroglíficos que se nos lanzan y que somos incapaces de descifrar, a ese común tendedero de los trapos sucios, a las promesas rotas o que no han llegado a cumplirse por su debilidad y falta de una base sólida y estudiada a fondo, sin prisas pero sin pausas. Y me pregunto si a alguno de ellos les serían perdonados sus pecados, si caminaran descalzos tras los pasos arrastrando cadenas, cadenas de esas con las que suelen intentar encadenar nuestras libertades día tras día?