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En mi opinión particular la Isla tiene hoy cuatro graves problemas esenciales que inciden en el devenir de nuestra Roqueta. El primer problema es la manifiesta falta de viviendas. El segundo es el práctico monocultivo turístico que ha secuestrado a casi toda la actividad económica de la Isla. El tercero, y lejos de nuestra tradición, es la carencia en buena parte de la juventud menorquina del deseo de emprender un negocio particular, de crear una empresa o de ocuparse en la iniciativa privada. El cuarto es la fuerte embestida de un nacionalismo localista exacerbado que reduce nuestra personalidad menorquina, ese que la conmina a dirigirse hacia un esclavismo cultural que no es compartido por buena parte de los menorquines. Examinemos estos cuatro problemas.   

La falta de viviendas es un clamoroso fracaso de las diversas administraciones que vienen gestionando y controlando el urbanismo de la Isla. Hace ya demasiados años que tanto ayuntamientos como Consell insular y Gobierno balear han sido incapaces de organizar el territorio y el perfil urbano de la Isla de modo que pueda haber suficiente suelo construible para evitar su carencia o el alza desmesurada de su precio. Han faltado proposiciones imaginativas o creativas para conseguir poner al alcance del ciudadano medio un entramado de hábitats suficientes que eviten el drama actual de la falta de viviendas. Alardear de construir unas pocas docenas de viviendas oficiales cada cuatro años es un parche ridículo tintado de patetismo oportunista cuando deberían de ser cientos de ellas las que se pusieran en el mercado.

El turismo ha acabado avasallando a toda la actividad económica de la Isla mientras le marca dos almas bien definidas: la Isla en invierno y la Menorca de la temporada. Una especie de trastorno de personalidad múltiple que alterna dos identidades que van alejándose cada vez más una de otra. Esa Menorca bipolar ahora ni tan solo descansa en invierno, solo se aburre.

El tercer problema es el principal para muchos. Buena parte de la juventud actual solo aspira y suspira por entrar en el sobrepoblado funcionariado de la Isla. Y ello es incentivado por la misma Administración al complicar de manera estruendosa las diversas normativas y requisitos necesarios para sacar adelante iniciativas privadas. Mientras, esa misma Administración invade la vida privada de las personas regalando dinero público a manos llenas por cualquier motivo que sirva para conseguir votos cautivos y poder afianzarse en el poder. Todo es transformado en ideología, consigna y eslogan. «No preocuparos, la Administración cuidará de vosotros», «no os esforcéis, dadnos vuestros votos y nosotros os mantendremos». Mentalidad empobrecedora y filocomunista en estado puro. El transporte gratuito, regalar bicicletas, dar subvenciones sin fin, conceder subsidios misericordiosos, un cheque por aquí y otro por allá, etc. son formas de sobredimensionar la imagen de la Administración y de empequeñecer y desincentivar el esfuerzo y la iniciativa privada.   

Este pasado viernes presencié un acto realmente pornográfico en un supermercado de Mahón: una pareja de jóvenes vestidos con ropa de marca y con buena pinta llenaron dos carros de compra con el bono de 200 euros que regala sin pudor alguno y a todo quisque un adinerado Consell insular, ese que, por incapacidad de gestión, desperdició 20 millones de euros que debían de pagar las obras de la carretera general. Aquellos chicos se llevaban productos y marcas de lujo y de capricho. No era una ayuda a la supervivencia, era una vergüenza.

Están convirtiendo Menorca en un oasis político populista a modo de aquel que encorsetó a la Cataluña nacionalista del mafioso Pujol. Aquí se prefiere subsidiar a enseñar a crear empresas. Quizás el problema sea la cuestionada capacidad de muchos de los políticos actuales que no han destacado en nada en su vida privada.

Y en cuanto al cuarto problema apuntado aquí, la pérdida de personalidad cultural de nuestra Roqueta, anotar solo un comentario sobre el sobado intercambio de parejas (lingüísticas) que hace levitar a algunos convencidos: los chicos menorquines lamentablemente no enseñarán sa nostra parla a los inmigrantes con los cuales les emparejan. Solo les enseñarán el barcelonés que les injertan en vena desde que son niños. Y aquellos se pensarán que viven en ‘Catalonia’. Un engaño infame.

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Notas:

1- Quien lo sabe me asegura que una encina centenaria fue fallecida al ser trasplantada unos metros más allá de su hábitat natural justo al lado del Hotel Mirador des Port. El hermoso árbol había estado catalogado como ejemplar protegido. ¿Y los ecolos?   

2- Como buen supremacista, el golpista convicto Jordi Sáchez intentó el viernes saltarse la cola en la Lonja de Mahón.

3- Sábado 1: Nueva lección de cordialidad al dente. Me emociona tanta docencia.

4- Jordi Tutzó es un buen candidato de Ara Mahó. Sobrino lejano del recordado Canonge Tutzó y García de la Parra, es un buen tipo. Y es listo.

5- Laura Borrás: mientras el TSJC la condena, le pide, al mismo tiempo, el indulto. Inaudito. Pero no la indultarán. Ya no les conviene. Acabó su carrera política.   

6- Por cierto, ¿cuándo dimitirá el vivales fraccionador local?

7- ¿A quién importa si una niña da la felicidad? ¿No decían que la mujer podía hacer lo que quisiera con su cuerpo?

8- Margarita Félix Anglada ha cumplido 95 años. T’estim, mamà.