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¿Te has fijado? El planeta está lleno de ‘fachas’ (Sí, qué feo se pone el artículo cuando ni siquiera hemos llegado a la quinta línea). No sé cómo ha pasado ni a quién se lo hemos permitido, pero ahora, si llevas la contraria, eres ‘facha’, pero ‘facha, facha’, o sea muy ‘facha’. ¿No te ha pasado? Seguro que tienes al lado a alguien que tiene la piel tan fina y el argumento tan corto que si no le gusta lo que dices o no comparte tu opinión te llama ‘facha’. Yo no suelo tener la razón nunca, y acostumbro a no estar de acuerdo en casi todo, más por el pensamiento crítico que por estar rodeado de ‘fachas’. Y vivo muy tranquilo, la verdad. Aunque es cierto que se echa de menos poder discutir, intercambiar opiniones y argumentos sin necesidad de intentar convencer, y teniéndote que defender de un insulto feo. Los guionistas de la actualidad y sus protagonistas han logrado un nivel de crispación donde no cabe lugar para otras realidades que no sean la suya y, si lo intentas, pues eres un ‘facha’, entre otras apreciaciones porque se ha alcanzado el punto en el que es mejor insultar al que tienes delante intentando desprestigiarlo que asumir que tiene razón, o que tú no la tienes o que se han equivocado. El caso más claro es el de la ley conocida como ‘Solo sí es sí’. Tendrá sus cosas buenas, me imagino, aunque cueste verlas, pero la realidad es que ha propiciado rebajas de penas a más de 900 delincuentes y ha liberado a más de un centenar de maleantes llegando y sobrepasando ya a la magnánima cifra de 1.000. Cuando se desató la polémica nos aseguraron, en plan Fernando Simón ante el coronavirus, que solo serían algunos casos.

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A ver, yo no quiero decir nada, no vaya a ser que esta columna caiga en manos de ofendiditos y ofendiditas que se encabronen si, ante semejante fandango, suelto que esta ley, de momento, ha sido un gran pedazo de boñiga ideado por alguien que deja mucho que desear y que en lugar de entonar el mea culpa y recoger la caquita disimuladamente, se ha dedicado a removerla con un palo intentando convencer a cuanto ensucie que no es para tanto. Hace unos días, alguien del Gobierno, orgullosa y torpemente, aseguraba que no nos quedásemos con cuántos han salido sino con cuántos no lo han hecho. Un alivio sin duda. Sobre todo, porque si no se hubiese tocado nada y, como se le dice a los más pequeños, las manitas hubiesen estado quietas, los más de 1.000 beneficiados seguirían cumpliendo la condena a la sombra y sus víctimas estarían más tranquilas. Yo no sé si era a partir de los 1.000 delincuentes beneficiados que ya puedes criticar esta medida sin que te llamen ‘facha’ o todavía son pocos para sacar conclusiones precipitadas y hasta los 5.000 no puedes chistar. Y ya te digo, no quiero tener razón, ni que pienses igual que yo, pero lo que sí quiero es que no nos tomen por imbéciles. Otra vez.