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A raíz de comentar la reciente presentación en Madrid de un libro de Richard Marka, defensor de los abogados de Charlie Hebdo    masacrados por los fanáticos criminales islámicos, Fernando Savater se ha hecho altavoz de la defensa de la libertad de expresión a la que alude Marka en su libro, como esa crítica imprescindible en las sociedades democráticas para «cuestionar lo que muchos consideran más digno de respeto».

Ejerzamos pues la democracia y critiquemos. El domingo 28 hay que ir a votar. Y hay que decidir si volvemos a dar, o retiramos, la confianza depositada en su día en unos políticos que nos prometieron tanto. Son unas elecciones, que aunque locales, quiérase o no y en las actuales circunstancias españolas, se transforman de hecho en unas primarias de las generales que se celebrarán en diciembre porque muchos candidatos representan más que nunca a sus cúpulas y a las políticas llevadas a cabo por el gobierno sanchista.

Efectivamente aunque ahora se deciden cosas tan sencillas como son el futuro inmediato de nuestros pueblos y ciudades, de nuestra región (isla) y, también, aquí, en la antigua provincia de Balears, sobre quién controlará la autonomía mallorquina, esa nueva colonia catalana, también se decidirá sobre el beneficio o perjuicio que ha representado y cómo ha repercutido aquí    la política llevada a cabo por el Gobierno central.   

2 Estos días son también jornadas de ansiedad para algunos políticos ya que se pone en juego su modo de vida particular de estos pasados 4 años. Si algunos sacan nuevo sueldo público podrán cambiar de coche, pagar sus deudas o incluso cambiar de vivienda (si la encontraran, claro). Caso contrario deberán de regresar a sus ocupaciones pre políticas con el trauma que eso puede causar a muchos de ellos.

En las últimas semanas hemos visto cosas realmente indecentes como es la compra de votos al por mayor. Sí, hemos vivido momentos cumbres de podredumbre política como lo es regalar dinero público para atraerse votos.

Por otra parte decir después de ocho años de gobierno que ahora se comprometen a realizar lo que no han sabido llevar a cabo en esos 8 años pasados es pura demagogia barata que debería ser castigada por el pueblo con el desprecio más absoluto.

Por eso muchos no olvidaremos lo sucedido y no podemos votar a quienes así han actuado. A nivel nacional hemos sufrido encierros declarados ilegales dos veces por el Constitucional, hemos visto como el Gobierno de España se ha apoyado en golpistas y en partidos bolivarianos unos, mientras sobre otros regalima sa sang (‘no es no, si quiere se lo digo diez veces’)… hemos visto, asombrados, cómo Sánchez finalmente sí podía dormir, hemos visto perdonar a criminales, hemos visto reducir la protección a las mujeres liberando a muchos de sus agresores o reduciéndoles sus castigos legales, hemos visto ceder al chantaje y también ante el Sultán, hemos visto compincheos    con los malversadores… nos han hecho recordar hechos históricos sesgados por la parcialidad de una memoria a la carta, hemos visto como un Falcon poluciona sin cesar los cielos de España, hemos visto como los precios de los alimentos suben hasta límites estratosféricos, etc. Por eso todos los delegados locales de este terrible sanchismo son por supuesto corresponsables de todos aquellos desmanes porque no se han rebelado y, contrariamente,    han callado y acatado tanta mentira y tanta indecencia.

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Pero especifiquemos lo de aquí. A nivel de la taifa mallorquina hemos asistido a la especial promoción del Hat Bar, a la promoción del photoshop político, a la actuación despiadada del pequeño ‘frankenstein’ regional que ya solo habla en barceloní, a la degradación consentida de unas niñas, al despilfarro como norma, a la promoción de la utopía residencial mediante trabas burocráticas, a una desespañolización balear acelerada, a la sublimación del subsidio y    la subvención, etc.

En el ámbito menorquín hemos visto como quemar bengalas se presenta como el triunfo de la modernidad, como la prohibición generalizada es un símbolo de progresismo al dente, como alentar la desconsiderada siembra de plantaciones de placas contaminantes no se considera un signo de la estupidez de los tiempos, como los pagos fraccionados son lo más democrático, como dejarse perder 20 millones en carreteras es ‘guay’, como el cemento forneller es estupendo y el de Rafal Rubí es condenable, como incrementar plantillas absurdamente es un símbolo de autogobierno, como imponer un PTI sin consenso es prueba de acuerdo generalizado…y así.

En Mahón hemos visto como se ha renunciado a la autonomía municipal para someterse a los deseos de los colonialistas toponímicos, como se nos sigue privando del goce de la doble circulación por nuestro Port-Mahón, por mostrar una ciudad fea y poco elegante… «con un puerto de mar al pie», como el Polígono sigue inundándose continuamente (¿cuándo nos hermanaremos con el Lago Titi-caca?), como se discrimina a más de la mitad de su población que se expresa en español, como se va cediendo habitantes en favor de la antigua Jamma, etc.

Ah, y nunca votaremos a quien nos quiera vender la moto de la sostenibilidad, el cuento de la Pitosfera, quien nos quiera convertir en indígenas reservistas, en ecologistas selectivos… and so on. ¡Ah, y ni tampoco a quienes consideran el turismo como una epidemia y les gustaría recuperar los cañones Vickers del 38 de La Mola para hundir a todos los cruceros que se atrevieran a acercarse a nuestras costas con el infame objetivo de ayudar a nuestro comercio local. Pues sí, ya sabemos a quién no votar.

Notas:

1-Hace unos días hubo un simulacro de incendio en el CIM. Sonaron las sirenas y centenares de empleados van sortir a boldros fins que van omplir tota sa    plaça de sa Biosfera. Eso es la autonomía.

2- La lluvia de estos últimos días (torrencial en Ciutadella) ha convertido Mayo en Abril para desesperación de los catastrofistas.