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Es cosa de temporada, como las setas en Otoño, los caracoles por San Cristóbal, los gínjols en Septiembre y las obras en nuestra carretera general previas al verano o más allá si los dioses no nos son favorables cosa que suele se así. Y cuando empiezan a subir las temperaturas, el turismo, sobre todo inglés, empiezan con el embadurne de aceites y rebozo de arena en paya unos y otros, en la hamaca hotelera a pie de piscina o mejor dicho borde. Y de entre todos los civilizados que son la mayoría, siempre surgen esas minorías que uno hubiera deseado se quedaran en casa, son esos listillos que buscan no solo sol y arena sino además montar algún que otro follón para pedir indemnizaciones y que las vacaciones les salgan a precio de saldo. Desde encontrar erizos en la piscina, supongo no serán erizos marinos, hasta problemas epidérmicos debido al cloro de las piscinas o la carne cruda que a lo mejor solo era que estaba al punto o como aquella señora que sufrió un desvanecimiento brutal según ella y que pensaba denunciar a los medios de su país, al encontrarse un cadáver en la playa cuando daba un paseíllo. Yo le aseguro señora mía y sobre todo suya, que lo del cadáver no se puso adrede, que no es norma habitual ni de promoción turística colocar de vez en cuando algún cadáver para dar el susto al paseante. Y para finalizar, alguien podría decirme como es eso de que en Cala Tirant, de cada diez turistas que llegan ocho se van?, donde diablos están los dos que no se fueron, disfrutando de la hora feliz? Que los busquen, los entrevisten, se les de un diploma por no huir del lugar, por su fidelidad, un ramo de flores o lo que sea, pero búsquenlos, encuéntrenlos antes de que se larguen.