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Estamos asistiendo a un espectáculo público triste y dantesco. E inaudito. En Menorca. Una sucesión de ataques desmedidos y desconsiderados contra una persona válida llamada Joan Pons Torres, natural de Ciutadella y    menorquinista de corazón (auténtico y no de boquilla), intentan desprestigiarle y criminalizarle de forma inmoral demonizándole por opiniones que haya podido promocionar en sus escritos en la prensa menorquina. En democracia cualquier ciudadano libre puede defender opiniones personales sobre los más diversos asuntos que otros podemos, o no, compartir. Las opiniones son libres y todas están respaldadas por la credibilidad o la parcialidad que les queramos conceder. Y mucha gente comparte las que ha expresado Joan Pons Torres de forma particular. En cualquier caso esas opiniones personales no pueden interferir ni ser convertidas en un muro para obstaculizar el ejercicio de la labor, Conseller de Cultura del Consell Insular de Menorca, para la que ha sido elegido democráticamente en estas pasadas elecciones locales.

Los resultados de esos comicios han infringido un golpe durísimo a las falanges nacionalistas baleares que han perdido todo su poder de coacción e influencia. A partir de ahora no parece que puedan ya controlar ni decidir la concesión de subvenciones de fondos públicos. Un drama vital para entidades como la OCB, Plataformas y Observatorios varios, así como para las conocidas redes clientelares similares que diseñaron su existencia amamantadas perpetuamente a las ubres del dinero ajeno. La izquierda nacionalista lo ha perdido prácticamente todo y ahora, asustada y con los nervios desatados, incluso está perdiendo los papeles.

Y surge de nuevo la plaga de cotorras adiestradas en defender sus privilegios o sus obsesiones ideológicas pretendiendo presionar para que los ganadores, que lo han sido precisamente para que hagan algo distinto a lo que han venido haciendo los perdedores durante décadas, no les desmonten sus garitos.

El delito de Joan Pons Torres es no haber abrazado la ‘sagrada causa’ del catalanismo político ni formar parte del rebaño subvencionado que pulula y pastorea por la isla hace ya demasiados años. Para esos pretender defender nuestra modalidad menorquina es una ofensa al parecer imperdonable al ser una traba inesperada para sus fines. Pero las elecciones se ganan o se pierden y conllevan consecuencias. Naturalmente.

El PP defraudó a muchos de sus votantes en pasadas elecciones. De ahí    el crecimiento imparable de Vox en Baleares. Si vuelve a fallar ahora ya no habrá otra oportunidad. Por eso deberían de considerar esta oportunidad de reconciliarse ya con sus votantes. Y por eso debería de enfrentarse de una vez y sin miedo alguno al nacionalismo separatista que nos ahoga. Y debería hacerlo principalmente en dos frentes: el educativo y el cultural. En el educativo protegiendo y garantizando la libre elección de lengua y cumpliendo el Estatuto en cuanto a defender las modalidades específicas de cada isla... En el cultural defendiendo aquí las señas de identidad menorquinas dejando de proporcionar ayuda económica a quien las quiere ocultar.   

¿Por qué no debería escudriñarse el IME, ese Instituto catalanista politizado hasta la médula que ha orillado escritos en español, lengua cooficial de nuestra isla, de personalidades menorquinas de las últimas décadas como son José Luis Terrón, Hernández Andreu, Francisco Fornals, Luis Alejandre, etc.

¿Por qué el que se supone será nuevo Consejero de Cultura de la Isla no puede/debe investigar los pagos fraccionados a ese Instituto? ¿Por qué el nuevo Conseller insular no debe promocionar y proteger nuestra modalidad lingüística menorquina, incentivando e imponiendo su uso del mismo modo que durante décadas lo han hecho los catalanistas con el barceloní? Mientras una es nuestro kilómetro 0 cultural, la otra es un injerto forastero. ¿Por qué no devolver al día de Sant Antoni el carácter de Patrón de Menorca sin espejismos soberanistas? ¿Por qué no respetar los topónimos históricos? ¿Por qué no un concurso de escritos en menorquín para preservar nuestras palabras propias? Y tantas cosas más para remarcar el carácter de la Isla.

Algunos consideramos que el auténtico insulto lo vomitan quienes, menorquines de nacimiento, han    renunciado a prestigiar la personalidad de nuestra Roqueta isla para abrazar la fe catalanista, esa que diluye sin piedad alguna nuestra personalidad propia. Algunos consideramos que la ignorancia reside en los que predican, siempre amarrados a la teta del dinero ajeno, propiedades culturales que nos polucionan.

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Repitámoslo: el PP tiene ahora una oportunidad única para reconciliarse con sus votantes. La Sra. Prohens y el Sr. Vilafranca no deberían hacer caso a los cantos de sirena que se van esparciendo desde la desesperación de los perdedores. El auténtico enemigo para el PP no es el menorquinismo sino el imperialismo pancatalanista. El nombramiento de Joan Pons Torres como Consejero de Cultura ilusiona y es una garantía. El pavor que despierta en algunos muestra el acierto de su nombramiento.

Notas:

1- Gabriel Le Senne, nuevo Presidente del Parlamento Balear, es un tipo ilustrado y sin complejos.

2- Extremadura: No se puede despreciar e insultar y luego exigir apoyo gratis a quien has insultado.

3- El verso suelto extremeño acabará con su dimisión o con su rectificación. Ya vale de niñas caprichosas.

4- Baleares: veremos cómo acaba lo de pretender gobernar en solitario.

5-    El CIM debería contar con Maite de Medrano, una buena profesional. Se evitarían muchos problemas.

6- Domingo: Lamentable injerencia- amenaza contra el PP.

7- ¿Por qué nos ha mentido tanto?

8- Feliz jubilación Juan Carlos.