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Me ato al tronco del ullastre para escabullirme, cual Ulises, de los cantos de sirena que el televisor emite constantemente en forma de análisis y contraanálisis de lo acaecido en la contienda electoral.  Necesito descansar, reunirme conmigo mismo tras  una jornada, la del último domingo, repleta de emociones y ansiedades en la que    nos estuvimos debatiendo entre la resignación democrática de dar por hecha la irrupción de los ultraconservadores en el gobierno de España, y una leve esperanza de una reacción ciudadana de última hora, más voluntariosa que real, a tenor  del grueso de las encuestas.

Y es que el temor no era para menos  ante  la panoplia de propuestas disparatadas con la que nos han estado amenazando, desde la negativa a reconocer la violencia machista, las políticas de igualdad o el indisimulable desapego del proyecto europeo y del sistema autonómico constitucional, hasta el negacionismo de la decisiva influencia de la acción del hombre    en un cambio climático cada vez más desbocado, por no hablar de    las profecías apocalípticas sobre Cataluña, las inquietantes censuras de obras culturales y, en nuestro ámbito, de la puesta en marcha de una grotesca factoría de producción de lenguas regionales trufadas de faltas de ortografía…

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Pero las encuestas, empeñadas en reforzar el magno proyecto de la «derogación del sanchismo», no podían prever algunos inesperados factores exógenos como el de la aguerrida periodista de televisión española Silvia Intxaurrondo    quien, impartiendo una soberbia lección de periodismo, desnudaría ante las cámaras a Feijóo y sus «inexactitudes», o el retorno del antaño bambi Zapatero reconvertido en tigre de Bengala capaz de revitalizar los alicaídos ánimos de la muchachada progre. Y había otra arma que pocos consideraban poco más que una escopeta de feria y que se llama José Félix Tezanos. El denostado (casi tanto como el felón Sánchez) director del CIS había apuntado la tendencia a la aproximación de bloques en la última semana y planteaba un repunte del sanchismo que pudo oficiar de espoleta. Que se sepa, nadie ha pedido excusas al señor Tezanos…

Esta vez no fueron el dóberman de infausto recuerdo, ni el fantasma de Franco, ni los «túneles tenebrosos» los causantes del salvífico vuelco, sino la mera contemplación de los espectáculos de Extremadura, Castilla y León, Balears,    o Valencia y sus    consellers toreros, todo ello aderezado con la infame campaña contra el presidente Sánchez, relegado a la condición infrahumana de «perrosanxe»,    y la más ignominiosa aún del tal Txapote, que tanto éxito de crítica y público ha obtenido en la barrio de Salamanca de Madrid y tan poco en el resto de España. Demasiados ingredientes tóxicos para no causar pavor a buena parte del electorado tranquilo que a lo mejor piensa que no se han hecho las cosas tan mal durante los últimos años…

Me libero de las ligaduras arbóreas para volver  a los paseos vespertinos por el puerto, al que observo embelesado y melancólico, como siempre, pero con mirada mucho más relajada, el ánimo más sereno y hasta con cierto orgullo ciudadano por haber contribuido a parar la ola reaccionaria europea (anti). Tan es así que me está apeteciendo  un cigarrillo post… Es una pena que ya no fume.