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El viernes 21 de julio, un viernes de mucho calor, se inauguró en la sala El Roser de Ciutadella la exposición titulada «La pintura táctil. Jaume Fedelich» que podrá visitarse hasta el próximo 16 de septiembre. Confieso que he buscado eso de «pintura táctil» y me sale «pintura dactilar», pintura que se realiza con los dedos y se dedica más bien a prácticas plásticas de los niños. Supongo que no es eso lo que quiere expresar el título. Pienso que a lo mejor se refiera a que durante alguna de sus etapas Fedelich ha practicado una pintura empastada, con algo de relieve, que un ciego podría percibir pasando los dedos sobre la superficie del cuadro. Desde luego Fedelich empezó pintando así con pintura al óleo, digamos que con un estilo más o menos post impresionista. En la exposición se puede percibir esto porque sus primeros cuadros enlazan muy bien con los últimos. Cuadros de paisajes de Ciutadella y de Menorca, en los que ya abunda la pintura acrílica, que también sirve para empastar y seca muy rápido. Pero Fedelich no siempre ha encauzado sus creaciones hacia el impresionismo, expresionismo, post impresionismo o post expresionismo. Entremedias tuvo su buena etapa realista. Durante años pintó bodegones casi tenebristas, al estilo de Caravaggio, y luego su amistad con Matías Quetglas le orientó hacia un realismo muy personal en el que abundaba la técnica del temple al huevo, como los buenos clásicos. Sin olvidar el grabado, que es donde ha experimentado mejor con la figura humana, porque no sólo de paisaje vive el hombre.

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Muy recluido en su estudio, Jaume Fedelich es un gran artista. Ha sabido vivir de la pintura, sin importarle más que la pintura, con modestia, con sinceridad, con autenticidad. La «autenticidad» es la palabra clave que define una buena obra de arte. Y Jaume Fedelich es un hombre auténtico en todo lo que pinta. Y en lo que no pinta también. Quiero decir que, si algo ve que no lo puede pintar, que no va a dar resultado, lo pinta en su cabeza. De modo que a las 150 obras de esta muestra habría que añadir las 150 mil que han rondado y aun rondan por su imaginación y que después de mucho ponderarlo ha decidido no pintar. Así es como evoluciona. Se plantea durante mucho tiempo qué camino va a tomar en su propia originalidad, le da muchísimas vueltas y cuando encuentra la solución sigue la oscura senda por donde han ido todos los buenos pintores que en el mundo han sido. Admirable, Jaume Fedelich: toda una vida dedicada al arte.