Desde que Air Berlin quebrara allá por 2017 no ha habido ocasión en la que haya tenido que volar a la Península en que no la haya echado de menos. Muchísimo. Quizá precisamente sus puntos a favor fueran los que hundieran a la postre a la compañía porque era asumible en precios, puntual, eficaz y de trato exquisito. Hoy en día, todo eso junto no se le puede pedir a casi ningún servicio. Al contrario, se va imponiendo el pésimo trato, el precio desorbitado y una descarada falta de profesionalidad. Leo con esperanza que un grupo empresarial alemán está pensando en resucitar Air Berlin. Para mí, y estoy segura que para muchísimos otros residentes en las Islas con familia o raíces fuera, sería la gloria, siempre que conservase todo aquello que la hizo grande.
Esperanza
18/08/23 4:00
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