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Hace tiempo que esa estampa de la jubilación como una etapa vital triste y aburrida, mirando avanzar obras públicas y alimentando palomas, quedó desfasada. Es un estereotipo del edadismo que impera porque hay quien no quiere, o no puede en su ignorancia, darse cuenta de que los años pasan sin perdonar a nadie. Al fin y al cabo todos ponemos la vista en esa meta, la de disfrutar del tiempo que el trabajo ahora nos arrebata. Esos señores y señoras que peinan canas gustan de viajar, comer bien, tomarse sus copas, alquilar coche, pasear y, en fin, realizar todas esas actividades que riegan la economía isleña cuando el verano acaba. Su esperanza de vida es larga, sus ganas de disfrutar envidiables y si cuentan con un buen retiro y la salud acompaña, son ese turista sénior por el que ahora hay abierta una auténtica guerra entre turoperadores.

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Los viajes del Imserso están en serio riesgo en Menorca, y si no se realizan, hay puestos de trabajo que se pierden y más oferta complementaria cerrada, lo que nos perjudica a todos los residentes porque cada vez hay menos opciones de ocio en los meses de invierno. En general, menos ingresos y pueblos más vacíos. Los recursos presentados por Soltour, Nautalia y Mundiplan contra la adjudicación en solitario de los tres lotes a Ávoris retrasarán la puesta en marcha del programa unos tres meses, justo los primeros de la temporada de otoño-invierno. La incertidumbre ya ha hecho que decidan no trabajar este año con el Imserso los dos hoteles de Arenal d’en Castell; los otros aún dudan, pese a que reiteran sus quejas porque las tarifas por precio, persona y día no les cubren costes.

El programa de viajes subvencionados del que disfrutan los mayores se enfrenta a una necesaria revisión, tal vez un cambio de modelo, y desde luego, requiere mejorar los tiempos en su tramitación: si tras cada concurso hay una pelea por estas plazas, casi 900.000 en toda España, el Gobierno no debería esperar al último momento para su adjudicación.