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¿Cómo están queridos lectores? Espero que tan felices como Juan Roig cuando, antes de irse a dormir, cuenta los más de 4.000 mil millones de euros que tiene de patrimonio. Seguro que el señor Roig no tiene ningún problema en comprarse el aceite de oliva virgen extra a un riñón el litro, Espero, también, que estén todos y todas listos para disfrutar de las fiestas de Maó. Ya saben que el pistoletazo de salida a la temporada turística lo dan las fiestas de Sant Joan de Ciutadella y el cierre lo ponen las fiestas de Gràcia de Maó. O así era antes, porque ahora está todo loquísimo, incluido el tiempo y mi gato que hace cosas muy humanas como comer sin hambre y mirar embobado la pantalla de la tablet durante horas.

Un año más me voy a acordar de todos lo que van a currar estos días para que el resto disfrutemos de las fiestas. ¡Ay, qué pesadito estás Cabezas! Cierto, soy muy cansino en hablar de los que no se habla. Nos solemos acordar de un colectivo esencial cuando se pone en huelga para reivindicar derechos laborales más que justos, pero el resto del año los ignoramos como si no fueran necesarios. Un ejemplo claro, todo el personal de limpieza, si fallan dos días por lo que sea y la mierda nos come nos acordamos de ellos y de sus familias, pero cuando generamos la basura que generamos y al día siguiente las calles están limpias y los contenedores vacíos, nos creemos que ha sido por obra y gracia de un duende aficionado a la escoba y la lejía.

Atención pregunta: ¿qué creen ustedes que se notaría más una huelga de la limpieza, de la sanidad, de la hostelería, del transporte, o una huelga de licenciados en administración de empresa, de influencers, de CEOS de multinacionales, de coach o de profesores de sanación a través de la vibración de los cuencos tibetanos? Pues eso, que nos acordamos de los esenciales cuando pasa algo como una pandemia, pero en el día a día estamos hablando más de los prescindibles que de otra cosa. Me encantaría ver más medios dedicados a los grandes científicos y científicas que hacen cositas como curar cáncer, o evitar sequías y menos espacio dedicado al último hortera de bolera que ha dicho tal o cual gilipollez. Nos distraen con la chorrada para robarnos la cartera impunemente.

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Y hablando de robos de carteras, ¿saben cuánto cuesta operarse de la cadera en el país del Tío Sam?, pues según la Asociación Estadounidense de Cirujanos de Cadera y Rodilla el costo de un reemplazo de cadera en Estados Unidos puede alcanzar los 112.000 dólares. Si un ciudadano de Los Ángeles cae enfermo de cáncer ya puede disponer de unos 100.000 dólares anuales, porque si no nadie se lo va a tratar. Sufrir cáncer en cualquier país sin sanidad pública es una condena a muerte, o cuanto menos una condena a la ruina total, a menos que seas del círculo del señor Roig, claro está.

El actor Bruce Willis sufre una demencia que le ha obligado a dejar su profesión. Pues bien, el actor ha vendido cuatro de sus lujosas posesiones para juntar unos cuantos millones de dólares y así afrontar lo mejor posible la terrible enfermedad que padece. Pero es que ni usted ni yo somos Bruce Willis, por lo tanto necesitamos una sanidad pública de calidad tanto como respirar. No lo dude ni un instante y téngalo siempre presente, todo aquel que quiera privatizar la sanidad es su enemigo más cruel. Y tampoco olvide tener siempre cervezas frías en la nevera, nunca se sabe cuándo vendrá un amigo de visita. Lúpulo y feliz jueves de fiestas.

conderechoareplicamenorca@gmail.com