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Quizás si en vez de votar en voz alta los diputados lo hubiesen podido hacer sin que se conociera el de cada uno de ellos, Núñez Feijóo habría arrancado los cuatro votos que le van a faltar hoy para ser investido presidente del gobierno.

En conciencia, apelando a la ética propia y al compromiso real con sus votantes cuando les pedían la papeleta, cuesta creer que no cuatro sino una decena de sus señorías, al menos, no hubieran optado por desmarcarse de la disciplina de partido y facilitar el cambio en la presidencia. Lo podían haber hecho no por un apoyo explícito al líder popular, por supuesto, sino para impedir la maniobra denigrante de su jefe de filas y los acólitos que le jalean.

Es tan sencillo como preguntarse cuántos votos socialistas hubieran cambiado de siglas si los electores hubieran conocido antes hasta dónde era capaz de llegar Pedro Sánchez para prolongarse al frente del Ejecutivo.

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Amnistiar a quienes urdieron el intento de secesión catalán, incluidos los líderes juzgados y condenados por atentar contra la Constitución, y de paso, despejar el camino para el regreso de Carles Puigdemont, es la pleitesía que menosprecia al poder judicial, entre otros descréditos.

Sánchez va a conseguir a este paso que el dirigente prófugo Puigdemont emule aquel célebre «Ja soc aquí», que gritó Josep Tarradellas desde el balcón de la Generalitat a su regreso de un verdadero exilio -el franquista- aquella tarde del domingo 23 de octubre de 1977.

Feijóo liderará la oposición pese a ganar las elecciones y Sánchez gobernará por sus concesiones a una minoría decisiva que sabe de su ambición ilimitada para reclamarle la aministía, 450.000 millones de euros de una supuesta deuda histórica del Estado con Catalunya, y cómo no, otro referéndum.

Si al menos el presidente socialista hubiera sido consecuente con lo que proclamó tiempo atrás respecto al cumplimiento de las condenas, no indultar, no amnistiar y asegurar que traería a Puigdemont para juzgarlo, esta enésima mentira -rectificación como la llama él- no sería tan vergonzosa. Pero lo es.