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- Ring... ring...

- Sí, buenos días nos dé Dios, dígame usted.

- Sí, buenos días por la mañana, ¿esto que es la sede del Partido Popular en la calle Génova de Madrid?

- Aquí mismo, ¿qué desea? ¿No será de Vodafone?

- ¡No!¿Se podría poner el señor Feijóo?

- Un momento, no se retire.

Després d’escoltar una estona Chopin…

- ¿Está aún ahí? Le paso.

- Si tiene usted la bondad, ¿con quién estoy hablando?

- Le llamo del diario Menorca. Soy un colaborador que tiene una sección titulada Ring.. ring, como el timbre de un teléfono antiguo. Pero usted no es Feijóo con dos oes, su voz me recuerda la de Rajoy.

- Sí, es que soy Mariano Rajoy, el registrador de la propiedad, irrepetible líder del Partido Popular, musa del Gran Wyoming. Feijóo está ahora descansando, ha sido una semana muy ajetreada, ha sido un no parar, para arriba y para abajo, como en la canción de King Africa. ¿Conoce usted a Cristóbal Marqués? Creo que es de Menorca. Es un chico muy simpático, algo alto, pero simpático. Creo que vive en Alaior.

- Sí, como yo, y como Misericordia Sugrañes.

- Oh, sí, sor Misericordia, que le digo yo en broma. Le ha sentado bien el triunfo en las autonómicas, a pesar de todo. La vi el domingo en Madrid, no hay potingue mejor que el de la victoria.    Aunque por aquí ahora no está muy bien visto hablar de victoria.

- Ya, lo entiendo. Comprendo por lo que deben estar pasando. Ha sido como el via crucis del Señor.

- No, yo nada. Yo ya estoy amortizado. Pero él, él se creía tenerlo todo atado y bien atado. ¿A quién se le ocurre mandar a Alberto Casero a buscar los cuatro votos del PSOE? Nos viene el domingo y, entre cánticos patrióticos, nos dice: ya los tenemos, compañeros, cinco, por si uno falla. Y nada de apelar a su sentido patriótico, que todos actúan por interés crematístico. Ya veréis que cara se les va a poner a sociatas. Yo me pido el CNI como mínimo. Yo y le digo a Alberto: Albertiño, hijo, no te los has de creer nunca, a los socialistas. Ya ves lo que me hicieron a mí con la moción de censura. Dicho y hecho, a la hora de la verdad ni un solo Saulo cayéndose del caballo, algo que algunos llaman tránsfuga. Hicieron caer lo de los cuatro votos para que no buscaran más, para que nos confiásemos. Paso lo mismo en las elecciones, hala encuestas con lo de la mayoría absoluta con VOX, sólo para que nos confiáramos. Que yo ya los conozco.

- ¿Y usted está seguro que fue una jugarreta del Iceta y compañía? No los veo muy puestos, yo. ¿No será de alguien que yo me sé y que vive en Madrid?

- ¿Qué quiere usted decir? En Madrid viven cuatro millones de personas, ¡cualquiera sabe! Si no me da más pistas.

- Mujer.

- Bueno, nos quedan dos millones.

- De derechas, lo reducimos a un millón.

- Una última pista, por favor.

- Del sindicato aquí-estoy-yo-porque-he-venido.

- No le entiendo. Bah, da igual, sea quien sea. El resultado es que ahora les darán una amnistía a estos malditos independentistas. Ya me veo yo al Puigdemont exclamando: Ja soc aquí! No hay derecho que perdonen a los que se atrevieron a hacer un referéndum sin permiso. Todos tendríamos que estar en contra de la amnistía. Pobre juez Llarena. ¿Qué será de su vida, ahora?

- Ya veo que le tienen manía a la amnistía. Pero una amnistía es un perdón. Véanlo así: los condenados piden el perdón y los que tienen la autoridad de concederlo se lo dan. ¿Hay algo más hermoso y cristiano que perdonar? Ya lo dijo Jesucristo en la cruz: Padre, amnistíalos porque no saben lo que hacen.

- Creo que está tergiversando la historia para sustentar una teoría como mínimo heterodoxa.

- Pero ustedes, los del PP, también hicieron una amnistía.

- Nada que ver con esto. Aquello fue sólo una amnistía fiscal para cuatro pobres millonarios. Si los españoles ya están acostumbrados a que les roben. A ver, ¿no ha dicho que me llamaba del diario Menorca? A mi me parece que usted es un poco de izquierdas.

- Un poco mucho, yo del Real Madrid y de izquierdas. Pero no del PSOE.

- Vaya, vaya, uno de Sumar.

- Yo no diría tanto, no se ya si soy de Izquierda Unida, de Unidas Podemos, o de Sumar, es que tenemos un cacao mental peor que el suyo, mi querido señor Mariano.

- Y que lo diga, yo estaba tan a gustito en Santa Pola, leyendo el AS cada mañana, con mi paseíto, mi cañita, mi paguita de expresidente, hala, y me meten en este fregado de la investidura que no podía ser. Mal lo veo, señor periodista o lo que sea, mal lo veo. Cuatro años más de Sánchez. Además, ahora ya no tendremos ni al coletas, perdón, ni al señor Iglesias, ni a la Montero. Yo ya se lo decía a Albertiño, para salvar a España tenéis que hacer un gobierno PSOE-PP, como hicieron los alemanes. Pero a mi nadie me hace caso. ¿Dice que quería hablar con Albertiño? Ahora lo veo que asoma la cabeza por la puerta del despacho. Se lo puedo decir, pero yo le aconsejaría que espere unos días más a que se termine el velatorio. Ay, señor. Si no es Isabel que nos levante el ánimo. Ah, Isabel, de Madrid, mujer, y del sindicato aquí-estoy-yo-porque-he-venido. Jronya que jronya, que decía la griega.