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La pequeña isla canaria de El Hierro está desbordada, a punto del colapso, por la llegada récord de cayucos a sus costas. En tan solo dos días de este mes de octubre desembarcaron 1.200 migrantes, lo que supone más del 10 por ciento de una población isleña de cerca de 11.500 habitantes. Imaginemos por un momento que en Menorca tuviéramos que asumir de golpe, en 48 horas, casi la población de Es Migjorn Gran, ofrecer ayuda humanitaria y servicios, amparar a menores.

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La avalancha sufrida por El Hierro ha llevado a Canarias a solicitar ayuda a otras comunidades porque sus posibilidades de atención están sobrepasadas. El Govern balear acogerá a diez de 396 menores que tienen que ser reubicados, aunque el número crece a diario. Es una cifra reducida pero la realidad es que este archipiélago está asumiendo también un constante goteo de llegada de pateras a sus costas; no es el caso de Menorca, pero en la ruta entre África y Europa, Mallorca, Eivissa y Cabrera han recibido un constante flujo de migrantes durante todo el verano y Balears lleva varios años batiendo récords en el rescate de personas, soportando una presión creciente como frontera marítima. El último recuento de este año contabiliza en Balears más de 80 pateras con al menos 1.539 inmigrantes, y en 2022 fueron 174 embarcaciones irregulares con 2.579 ocupantes las que arribaron al archipiélago, de acuerdo con los datos del Ministerio del Interior.

Ante esta realidad no queda otra que estar junto a Canarias y otras zonas del sur de España para reclamar apoyo del resto de comunidades y del Gobierno, con el objetivo de afrontar esta crisis migratoria, recibir ayuda y financiación. Del mismo modo es fundamental que se alcance el pacto en la Unión Europea para que el conjunto de los estados miembros apoyen solidariamente a los que afrontan todo ese tráfico irregular. Cualquier acuerdo en ese sentido beneficiará a esta comunidad para no llegar a la emergencia que vive ahora Canarias.