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En el día internacional para erradicar la violencia contra las mujeres, uno de los actos programados, la charla de Sandra Sedano y Belén Matesanz, profesora universitaria y coordinadora de Médicos del Mundo en Balears respectivamente, dejó clara la relación directa entre el consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas con la comisión de delitos sexuales por jóvenes y menores de edad. Casualidad o no, la conferencia que organizó el Fons Menorquí de Cooperació venía precedida por informaciones que confirman esa preocupante realidad. Un día antes del 25-N se conocía la detención de un menor acusado por una presunta agresión sexual a una compañera de instituto en Ciutadella; también la noticia de que tres residentes en Maó, Es Castell y Sant Lluís, de entre 41 y 62 años, eran detenidos por tener y compartir material de pornografía infantil.

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En la isla que presume de un elevado nivel de seguridad ciudadana existe ese submundo perverso y pedófilo. Y como advertían las expertas, lo que sucede no es ficción, es real. La industria es potente, «ya no se dirige solo al público adulto, sino que rastrea a menores a través de las redes sociales, las páginas web y los juegos en línea para introducirlos en el mundo de la pornografía y la explotación sexual infantil», decía Sandra Sedano, y quienes lo consumen, a través de la pantalla y a una edad precoz, toman como referencia algo que nada tiene qué ver con una relación sana.

No es extraña la ola de padres ‘antimóviles’ que recorre España. Su mal uso los convierte en una puerta abierta de par en par a peligros, incluso dentro del propio hogar. Es un problema social que luego se traduce en más violencia sexual y sobre el que hay que tomar medidas. Los programas de educación por sí solos no están dando resultado, debe retrasarse el uso de los dispositivos móviles o extremar el control parental sobre los mismos, y avanzar en legislación para que las plataformas verifiquen y restrinjan el acceso de menores a estos contenidos. Que el móvil y el porno no sean la escuela de sexualidad de los niños, que estos no se conviertan ni en víctimas ni en depredadores.