Ahí llegó el rey Carlos III de Inglaterra sin disimulo, para luego recordarnos que La Tierra que estamos destruyendo no nos pertenece. Pero si los ciudadanos van en vehículo particular a comprar a la esquina, qué le impide a él llegar a la cumbre del cambio climático en jet privado. Debió pensar que el coche es al plebeyo lo que el avión a la realeza, un privilegio que las democracias han extendido a los políticos. Y así el primer ministro británico también fue en jet a Dubái. Total, era un viaje oficial, no como el uso del Falcón por parte de Sánchez para ir de concierto. No sé si los ingleses calcularon el impacto en su imagen ante 70.000 delegados de 197 países. O quizá es intrascendente a juzgar por las conclusiones, o inconclusiones, que va generando un encuentro celebrado en escenario clave de producción petrolera y que no logrará sacar al planeta de la UCI.
Smartzone
La hipocresía de la ecopolítica
Palma15/12/23 4:01
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