TW

Cuando te encuentras ante situaciones angustiosas o solo incómodas, darías lo que fuera por ser un fuera de serie para poder solucionarlas, luego te centras en la realidad y reconoces que nada puedes hacer. En la mañana del pasado jueves tuve que ir al ambulatorio del Verge del Toro para una analítica. Pillé la tromba de agua nada más salir de casa y por lo visto un conductor debió pensar que andaba algo dormido y que una buen ducha me despejaría y la verdad es que lo consiguió, de medio cuerpo hacia abajo zapatos y calcetines incluidos.

Noticias relacionadas

Al llegar al ambulatorio me encuentro que la zona de arbolado de la acera que conduce al mismo, media calle se encontraba inundada de agua, vamos un auténtico lago en miniatura. Mi fe en lo imposible me dijo que por qué no intentaba pasar andando sobre las aguas y así lo hice, no andar sobre ellas sino más bien acabar de sumergir mis pies hasta los tobillos mientas las hojas de uno de los árboles me duchaban por si faltaba algo por rematar.

Como el problema de  inundación viene de hace años no estaría de más que el Ayuntamiento se mojara y nunca mejor dicho, arreglando el problema o de lo contrario los pacientes, palabra que deriva de paciencia, acabarán con problemas de salud añadidos. No sé cuántos resfriados se habrán contabilizado a raíz de esa travesía pero les aseguro que cantando bajo la lluvia peliculera, de eso nada de nada.