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1) Fascismo

Llamar fascista a alguien, por parte del actual Gobierno y sus radicales acompañantes parlamentarios, se ha convertido en un hecho habitual y que ha día de hoy ha desvirtuado el significado del término. Veamos:

1. El vocablo fascista se utiliza para atacar aquellos que no piensan, ni dicen, ni aplauden las acciones del actual Gobierno, demostrando la gran incultura que al respecto exhiben los paladines de la democracia provenientes mayoritariamente de grupos totalitarios.

2. El fascismo es una ideología y movimiento político que pretende la instauración del corporativismo estatal totalitario, sometiendo la razón y la voluntad del individuo al dogma del líder; anulando la capacidad de acción y reacción del ciudadano contra el pensamiento único. También es importante saber que la palabra «Nazi» proviene del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán… sí, el partido de Hitler. Vemos pues, que tanto el fascismo como el nacismo tienen su origen en el socialismo.

3. Un líder totalitario, ya sea de izquierdas o de derechas, aplica el método para imponer su ideario y, por ende, sus actos serán actos fascistas.

4. El proceso se basa en analizar las carencias y anhelos del pueblo y en base a ello se forjan una serie de ideas. Estas ideas serán repetidas hasta la saciedad y aplicadas en distintas circunstancias y desde distintos puntos de vista para llegar siempre al mismo fin. Este que no es otro que imponer un pensamiento único.

5. Es harto sabido que si una mentira se repite de forma constante acaba por convertirse en una verdad. Y así, una vez concluido este proceso, la masa popular, trasformada en «rebaño», asume estas ideas y asciende a su líder a los cielos.

6. Una vez el líder tiene todo el poder en sus manos su dogma se convierte en ley, de tal suerte que habrá que seguirlo ciegamente, sin discusión, sin debate, sin análisis. De no hacerlo, el líder purgará a quienes lo desafíen por considerarlos traidores, sean o no de su partido.

7. Una vez conseguido el poder solo le quedará controlar los tres poderes del Estado; el ejecutivo, el legislativo y el judicial, y a partir de ahí no importan las promesas hechas a los ciudadanos, ya que estas se pueden desvanecer en menos de veinticuatro horas apelando a que el líder no miente, si no que ha cambiado de criterio; no por necesidad de la mayoría de los ciudadanos si no por su única y exclusiva conveniencia y ambición.

Como vemos en España estamos viviendo la mayor bacanal ideológica conocida a lo largo de nuestra historia, superior incluso a la de la Segunda República, avalada por la ignorancia supina que se han encargado de instaurar y alimentar, con los planes de educación, todos los gobiernos; por supuesto, con mucha mayor intensidad los gobiernos llamados «progresistas».

Lo del PP es de nota; se basa simplemente en ceder la batalla cultural a la izquierda exhibiendo un complejo de inferioridad ante los llamados progresistas que no tienen ningún tipo de justificación ni explicación. Se evita así algo fundamental: que la gente pueda pensar por sí misma y pueda plantar cara a tanta mentira y demagogia.

Es así como la izquierda ha conseguido que la gente solo vea fascistas y actos fascistas en la derecha. Lo más penoso del caso es que se ha instalado en las conciencias de la gente que si no piensas como ellos eres un fascista; en cambio si eres heredero de secesionistas, terroristas, comunistas y/o independentistas, eres un demócrata, un progresista, una persona de paz.

En definitiva, intentar mantener y defender tus tradiciones y tus símbolos, es ser fascista; mientras que entrar en una iglesia con los senos al aire y atacar la libertad religiosa, es ejercer el derecho a la libertad de expresión. La pregunta es clara ¿quiénes son los fascistas?; o para ser más concretos ¿quienes ejercen acciones fascistas para imponer su criterio e ideario? La respuesta es libre.

2) Abascal y la hipocresía de la izquierda

Para que no haya dudas condeno sin paliativos las palabras pronunciadas por Santiago Abascal y lo hago sin ningún tipo de matización.

Creo que en política, y más un líder político, por muy dura que sea su actividad y la hostilidad ejercida por otros líderes contra él, no debe caer en la provocación y ponerse a la altura de quienes tienen escasa moral y pocos principios.

Dijo Abascal: «Sánchez es hábil experto en actuar sin principios y sin sujeción a práctica moral alguna. Ello le permite pisar las leyes, poner en riesgo la unidad nacional, pactar con grupos radicales… y esto le da una ventaja competitiva. Habrá un momento dado en que el pueblo querrá colgarlo de los pies»
Rápidamente la izquierda escandalizada por estas palabras ha exigido al PP que rompa todos los acuerdos que tiene con Vox y a la vez anuncian que van a querellarse contra Santiago Abascal por incitar al odio y a la violencia. Hay que convenir que sentido del humor no les falta a estos «chicos» de la izquierda.

Ante ello, considero preciso recordar a la izquierda algunos de sus excesos verbales, para que veamos quién o quienes incitan al odio, a la no convivencia y degradan la democracia. Empecemos:

Año 2007: Magdalena Álvarez, Ministra de Fomento del PSOE, dijo de Esperanza Aguirre: «En el único sitio en la estación de la terminal cuatro en el que podía haber estado es o tumbada en la vía o colgada en la catenaria».

Año 2014: Yolanda Díaz, actual Vicepresidenta del Gobierno, comunista, en una televisión gallega lamentó «no haber guillotinado a un Rey», refiriéndose al anterior Jefe del Estado, Juan Carlos I. El PSOE no lo condenó.

Año 2015: en un acto oficial, cargos electos y candidatos del PSOE de Alicante simularon haber guillotinado a Mariano Rajoy, incluso publicaron fotos con su cabeza cortada. El PSOE no condenó estos hechos y no tomó ninguna medida contra los autores.

Año 2018: un grupo de ultra izquierdistas en un acto de Vox en Murcia gritó cosas como: «Ortega Lara de vuelta al zulo» «Machista muerto abono para mi huerto» «Sin piernas y sin brazo, fascistas a pedazos» «Fascista pardillo tu boca en el bordillo». Una vez más la izquierda no condenó estas expresiones violentas.

Año 2019: comunistas en Galicia gritando «Abascal a la guillotina». El PSOE no condenó estas actitudes.

Esto por no hablar del grupo de la Sra. Maestre cuando gritaba «arderéis como el treinta seis». Era su grupo quien hablaba de guillotinas. También nos acordamos cuando participaban en escraches y decían a la Sra. Saiz de Santamaría, con su hijo de tres años en casa, que se iba a acordar todos los días de su vida de estos escraches. Esa es la nueva izquierda. Y es que la violencia callejera en política llego de la mano de los «cachorros» de la extinguida ETA, de los «cachorros» de Ezquerra Republicana y de Podemos principalmente; y ahora quieren presentarse como si se trataran de grupos devotos/as de la Madre Teresa de Calcuta y que me perdone Santa Teresa de Calcuta por mencionarla.

Conviene recordar también a esta izquierda desmemoriada que jamás habrá oído al PP decir «Marlasca maricón». Quien lo dijo fue precisamente Dolores Delgado, es decir, la Ministra de Justicia del Partido Socialista. Esta es la izquierda que decide que está bien y que está mal. Hoy por desgracia tenemos una izquierda manipuladora, falsa e hipócrita cuya virtud es ser capaz de vender hielo en el Polo Norte. Sí, es la izquierda que impone el jarabe democrático para los demás, por no admite que se lo receten a ellos. Por supuesto.

Por todo ello afirmo: hoy más que nunca España necesita de un PP ecuánime, justo, lógico y que tenga el valor de responder democráticamente a la actual izquierda como se merece, poniéndola ante el espejo de la historia y de sus hechos.

Si la sociedad civil no reacciona, España cada vez más se parecerá a un estado totalitario, travestido de «democracia popular», al más puro estilo «chavista».