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Los pasajeros, confusos, desembarcaron de veinte en veinte por la puerta de atrás del avión en el que habían viajado desde el aeropuerto londinense de Gatwick hasta Menorca. Durante el vuelo habían presenciado atónitos cómo un F18, un caza del Ejército del Aire español, les había escoltado, pegado a su ala derecha, en su descenso hasta la Isla donde se disponían a pasar sus vacaciones. Era el 3 de julio de 2022 y una vez en tierra, según relataron entonces a los medios británicos, fueron inspeccionados por perros policía, ellos y su equipaje de mano, después de una hora de espera en la aeronave y sin saber muy bien qué sucedía, solo que había algún incidente de seguridad que resultó ser una falsa alarma.

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Su viaje desde Londres duró 14 horas porque un chaval de 18 años compartió con sus amigos, en un grupo de la red social Snapchat, su foto con la frase «De camino a volar el avión, soy miembro de los talibanes». Aditya Verma, ahora de 20 años y estudiante universitario, fue juzgado ayer en la Audiencia Nacional, que asume casos de terrorismo. Afronta una petición del fiscal de una multa de 22.500 euros más una indemnización de 95.000 al Ministerio de Defensa por la movilización del F18 desde la base de Zaragoza, tras recibirse la alerta desde Reino Unido y Francia. Todo eso más la fianza de otros 10.000 euros para salir del calabozo después de su arresto.

El chico al parecer es una lumbrera en el ajedrez y en clase, pero su sentido del humor es deplorable, y el despliegue que generó se le va a quedar grabado de por vida. En su defensa alegó que era una broma y que pensó que su mensaje de Snapchat solo lo leerían sus colegas. Habrá aprendido al menos que nada de lo que dices en el mundo digital es hoy cien por cien privado (el controvertido debate sobre derecho a la intimidad frente a seguridad), y que no están los tiempos para jugar con las palabras. Por no hablar del mal rato que les hizo pasar al resto de pasajeros, angustiados a 10.000 metros de altura. Maldita la gracia.