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En un anuncio que ha resonado en el ámbito educativo, Alberto Núñez Feijoo ha revelado la implementación de una Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) común para los alumnos de las 11 comunidades autónomas donde gobierna el Partido Popular. Esta iniciativa, que abarcará el 70% del territorio nacional a partir de 2025, ha despertado un necesario debate sobre la equidad y la justicia en el acceso a la educación superior en España. Por fin un camino hacia una España racional e igualitaria.

Es innegable que cada comunidad autónoma en España posee una riqueza cultural única, con costumbres, tradiciones y lenguas propias que merecen ser preservadas y estudiadas. Sin embargo, la introducción de una EBAU común no busca eliminar ni homogeneizar esta diversidad cultural; más bien, pretende abordar la injusticia inherente a las diferentes pruebas de acceso en cada región. En la actualidad, los estudiantes se enfrentan a la desafiante tarea de competir en un sistema fragmentado, donde las pruebas varían de una comunidad autónoma a otra. Esta disparidad no solo promueve la desigualdad, sino que también genera un ambiente de competencia desleal, donde el destino académico de los jóvenes se ve afectado por factores geográficos más que por su verdadero potencial. Por no hablar del tema tabú de la posible variación en el nivel de dificultad de los exámenes –asunto que merece un análisis más profundo y transparente–.

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El aspecto lingüístico, a menudo motivo de controversia, también ha sido abordado en esta propuesta. Reconociendo la validez legal de las lenguas cooficiales en sus respectivas comunidades autónomas, se podría plantear la opción de realizar los exámenes en ambos idiomas. Esto no solo respetaría la diversidad lingüística, sino que también garantizaría que los estudiantes puedan expresarse en la lengua con la que se sientan más cómodos y competentes.

En última instancia, la implementación de una EBAU común es una cuestión de justicia y paridad. Garantizar que todos los estudiantes, independientemente de su lugar de residencia, tengan las mismas oportunidades para acceder a la educación superior es esencial para construir una sociedad equitativa y justa. La educación debe ser el vehículo que iguala las oportunidades, no un obstáculo basado en fronteras geográficas. La propuesta de Feijoo es un paso significativo hacia un sistema educativo más justo y equitativo para todos los jóvenes españoles. Ya era hora. Por fin, se impone la sensatez.