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¿Cómo están, queridos lectores? A ver si estamos de acuerdo con la primera afirmación: llevar a la televisión al aristócrata Cayetano Luis Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart , IV duque de Arjona y XIII conde de Salvatierra y grande de España para que hable en nombre y representación de los trabajadores del campo y sus (gravísimos) problemas es como llamar a Amancio Ortega para que hable en nombre de los explotados en las fábricas textiles de medio mundo, o al doctor y empresario Víctor Madera para que hable del (enorme) problema de vivienda que tenemos en Menorca, cuando él tiene más posesiones que todo el tablero del Monopoly.

Pues ese es el nivel de la información televisada. No sé, pero seguir llamando periodistas a tan enormes manipuladores chirría bastante. Tampoco sé cómo el colectivo de periodistas no se levanta contra semejantes seres que arrastran la profesión por el fango de la inmoralidad. En fin Serafín, todavía habrá algún alcalde corrupto que les dará un premio a cambio de editoriales que le laman el culo.

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Vayamos al tajo. Ver a la buena gente que trabaja en el campo rodeando un «Mercaroba», como en Euskadi y León, tiene todo el sentido del mundo, les están asfixiando por todos los lados. Ver a «gente del campo» con banderas del águila y falangistas y haciéndole el juego a la ultraderecha de señoritos, latifundistas que no han cogido una azada en su vida, no tiene ningún sentido.

Hay que entrevistar a los jornaleros, a los pequeños agricultores y ganaderos a los que los terratenientes y oligopolios de la alimentación les está comiendo la vida. Hay que hablar con los que recogen las fresas en los campos de plástico de Almería. A los que van a la aceituna a varear olivos. Hay que escucharles y hablar con ellos sobre quienes estén esquilmando la poca agua que hay, y quienes defienden medidas para paliar el cambio climático. Debemos saber a quién no le importa un carajo la sequía mientras sus amiguitos tengan los campos de golf bien regados. Hay que escuchar a los que curran, a los explotados y a los que tienen las manos, y el cerebro, llenos de callos para tirar adelante con sus cosechas, no a los malditos señoritos de toda la vida que nacieron en cunas de seda y con andar y no cagarse encima ya tienen bastante.

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En estos ríos revueltos, en estos totum revolutum,  en este maremágnum de noticias fakes solo ganan los corruptos y los manipuladores, nadie más. Pero ya somos mayorcitos para saber cada uno cómo ha de separar el trigo de la paja (mira tú, que bien traído), y no somos nadie para decirle a la (auténtica) gente de campo lo que ha de hacer, eso que quede claro.

Yo, como buen utópico y como buen ingenuo, sueño con una relación directa entre los agricultores y los consumidores. Que viniera de sus tierras a nuestras mesas sin grandes especuladores por medio. Que se pudieran montar cadenas de distribución cooperativas donde todos saldríamos ganando, menos los oligarcas y su siervos, claro está. ¿No es ese un pensamiento cuqui y cándido?, pues sí la verdad, lo es; sin embargo no es menos verdad que se hace más necesario que nunca soñar de otra manera para que el cruel sistema capitalista no duerma tranquilo pensando que no tiene alternativa.

Cerrando que es gerundio. Cuando todo se lía va bien regresar a lo básico para empezar de nuevo sin tantas distracciones perversas así que: ¡la tierra para quien se la curra, antes, ahora y siempre! Cuidémoslos, sin ellos no hay cerveza. Lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com