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Me sigue resultando incomprensible que unos contenedores de basura permanezcan alineados frente a un carril bici, o carril patinete que sería más propio. Para que se hagan una idea, un ciudadano tiene que plantarse con sus bolsas de basura frente al contenedor mientras los patinetes y bicis lo bordean, a veces a velocidades impropias. Entonces, me asalta la duda de quién tiene preferencia: el ciudadano que va a depositar sus desechos o el de la bicicleta porque circula en su carril.

La cuestión es que uno ha de invadir el carril bici porque las autoridades o a quien diantre le correspondiera la decisión, tuvieron la brillante idea de situar la abertura de los contenedores cara al carril. Como también me resulta incomprensible que una eléctrica me envíe un correo electrónico diciéndome que me echan de menos por haber cambiado de comercializadora y que desean que vuelva.

Todo teñido de palabras amigables y que denotan cierta ternura y una comprensión de tal calibre que me llegaron al fondo de corazón. Revisé la App y me habían dado de baja, aunque curiosamente seguía con luz. De inmediato, contacté con ellos porque no sé si será por problemas mentales o una amnesia repentina, pero en ningún momento recordaba haber efectuado maniobra para irme o quedarme. Cero en absoluto. Me contestaron, deshaciéndose en disculpas, que probablemente sería debido a un problema informático y que les apenaba pero debía gestionar una nueva alta, cosa que hice de inmediato porque para mí la buena educación prima sobre todas las cosas. Sin embargo, me plantea serias dudas sobre si soy una especie de sonámbulo que hace cosas sin darse cuenta como por ejemplo meterse en el ordenador y dar de baja un contrato de electricidad, algo que solo puede hacer el titular del contrato porque si no es ilegal a todas luces o, como dicen ellos tan apesadumbrados, fue culpa de un fallo informático que casi me deja a ciegas en casa a poco que me descuide.