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Cuando oímos a personas quejándose por el deterioro que la atención al cliente (consumidor de un producto o usuario de un servicio) está teniendo, muchas veces nos sentimos insensibles ante sus protestas, pero si eso te ocurre a ti y tu experiencia es terrible, te asaltan unas ganas irrefrenables de plantarte delante de tu proveedor (eléctricas, telefonía, suministros varios, bancos...) y hacer como los agricultores delante del Ministerio de Agricultura. Ruido, mucho ruido... gente, muchísima gente, pancartas, banderas, trompetas, tambores... y un ánimo colectivo de decir «hasta aquí».

Hablo porque hoy ( 27 de febrero) un rayo ha entrado en casa de mi vecino en Es Castell y le ha changado todo el sistema eléctrico y de rebote mi casa (enfrente de la suya) e imagino que algún vecino más, también se ha quedado sin suministro.

Endesa es mi proveedor, ¿ que os voy a contar que no sepáis? Siete teléfonos he marcado para ver si alguien podía darme una explicación y enviar a un técnico (pago un servicio de mantenimiento) para que me solucione el desaguisado. ¡Increíble!

Ninguno de esos teléfonos me ha ofrecido la mínima ayuda, unos por ser «máquinas inteligentes» (ja,ja ¡que entenderán    por inteligentes!) y otros (después de unas esperas de más de cuatro minutos todas ellas) me han ido reenviando a otro teléfono, ha de llamar a averías, ha de llamar a atención al cliente, a su suministrador, en fin, ¡para qué seguir!

En plena era de avances tecnológicos sin parangón, estamos de pleno en la era de ¡apáñese! En una era donde nadie es responsable nadie te escucha para ver si está en su mano el ayudarte, el facilitarte la cosa.

Una era deshumanizada, muy, muy fea.

Así que quizás debamos hacer como los agricultores, tambores de guerra frente a las oficinas (si es que las tienen) de atención, cartas a los presidentes de las compañías, machacar a la prensa con ejemplos de esa nula atención y desprecio por el consumidor. Denuncias ante las oficinas de información al consumidor.

Y si todo lo que encontramos es virtual hagámonos con un holograma que armado de buena munición intelectual debata y se mida con esas terribles máquinas puestas al servicio del cliente.

Si tienes curiosidad y vas a ver qué significa «atención» verás que debería ser sinónimo de «cuidado», «esmero»... y si sigues buscando verás que hay diferentes tipos de atención: la sostenida (esa no se aplica a las compañías, evidentemente).

La selectiva (¡anda!, quizás es la que utilizan las diferentes compañías, por eso yo no debo estar en la lista de las seleccionadas), la dividida (ahhh ja,ja esta tampoco esta mal ¿entre quien dividen?), la enfocada (ya entiendo, enfocada a no responder) y la alternante (a ti no, a ti si).

Es más que evidente que la atención también responde al grado de interés que despierta tu situación, así que debe ser que nuestros problemas con las compañías no despiertan en ellas (después de que hemos firmado el contrato, claro) el más mínimo grado de interés.

Entonces, ¿cómo resolvemos esta falta del más mínimo interés por atendernos?

¿Seguimos telefoneando a números que no responden a lo que necesitas? ¿Nos plantamos delante de las oficinas para solicitar nos escuchen? ¿Demandamos la falta de atención?

¿Exigimos una mejor respuesta, que acaben las máquinas que han suplantado a las personas?

Hay muchas formas, pero solo hay una cosa que podría ser resolutiva, el que ello se hiciera en grupo, en colectividad, en masa, como los agricultores, payeses, pescadores, odos esos colectivos que están consiguiendo ser escuchados.

No promuevo ninguna revuelta, pero de verdad que hemos de movernos.

Así que ¡a las barricadas!