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Podría hablar de mil cosas, la verdad. Falté la semana pasada a nuestra cita, lo siento, muchos temas se quedan en el olvido porque mis semanas últimamente están tan cargadas y saturadas que si no me apunto las ideas que me llegan se diluyen entre las obligaciones familiares, las unionistas y las laborales. Pero una idea ha quedado.

La muerte de Akira Toriyama, el creador entre otras de la serie Bola de Dragón, me ha sentado especialmente mal. No porque se muera la persona, que ya lo siento y lo compadezco a él y a su familia, aunque sea un destino al que estamos todos ligados, sino por la muerte del personaje.

En una época en la que menos cosas estaban prohibidas y todavía muchas menos no eran recomendables, agradezco a mis padres que me dejaran ver la televisión y descubrir el universo Bola de Dragón. La serie, para aquellas 2 o 3 personas que no la hayan visto, va de un chico que crecía con su abuelo y descubría progresivamente los súper poderes que poseía mientras salvaba al planeta cada tantos episodios de algún malvado. Aunque le costara la vida. Varias veces.

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No cabe duda de que muchos aprendimos mucho más con Son Goku que en la escuela. Porque Toriyama fue capaz de crear una conexión con millones de niños de todo el mundo de la mano de un personaje que era bueno por encima de todas las cosas. Y nos enseñó a ser buenos, a ser justos, a compartir y a pensar en los demás por encima de todo. Aunque luego no todos lo hayan aplicado.

Esa historia, que debo reconocer que no veo ni disfruto igual con ojos de adulto que como lo hacía con ojos de niño o de adolescente, me marcó para siempre. Porque en una sociedad tan necesitada de líderes, de buenos líderes y de líderes buenos, hace más falta que nunca Son Goku, alguien sin maldad alguna que hace las cosas bien no porque toca sino porque bien es la única forma de hacerlas.
Pensarás que estoy exagerando y eso me demostrará que tú no tuviste infancia. La serie, además, hablaba de 7 bolas mágicas que una vez reunidas te permitían pedir cualquier deseo. ¿Quién no imaginó que las encontraba? ¿Quién no fantaseó con qué deseo pediría? Curioso, aunque los ojos hayan cambiado, muchos de los deseos siguen siendo los mismos.

Toriyama se ha ido y Goku con él. Quedará su legado, pero con la persona muere también el futuro del personaje. Gracias Toriyama por cambiar el mundo y gracias, Son Goku, por salvarlo. Una y tantas veces. Y por enseñarnos que el bien triunfa ante el mal, aunque hoy en día parezca todo lo contrario.

dgelabertpetrus@gmail.com