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La vía más corta para la independencia de Catalunya era declararle la guerra a Andorra y dejarse ganar, pero finalmente se inclinaron por otra más lenta y angosta. Sabia decisión porque, visto lo visto, el triunfo ha sido mayor, y lo que te rondaré morena. No se guíe por lo que ven sus ojos y mire un poco más allá. El proceso de sacar Catalunya de España ha sido tremendamente beneficioso para los líderes independentistas porque lejos de salir del Estado han conseguido gobernarlo.

Hoy el país está en manos del líder catalán, quien no solo ha logrado encaminar el proceso hacia la independencia, a día de hoy, sino que tiene pillado con sus dos manos, al presidente español. Los dirigentes socialistas alardean de un clima de entendimiento y concordia con Catalunya cuando lo que hay es sumisión, necesidad y humillación. Puigdemont ha conquistado la España de los Reyes Católicos desde Bruselas y cierto halo de víctima y compasión. Si usted ha leído en esta columna que Pedro Sánchez es el mayor animal político de nuestra reciente historia, la aritmética electoral y la conjunción de los astros, ha convertido al periodista Carles Puigdemont, convertirse en la bestia negra del Estado español hasta el punto de hacerse con él. Es el poder subrogado que gestiona hábilmente el expresident catalán. Enhorabuena Carles. Ahora todos somos catalanes.