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El turismo ha traído a nuestra isla una diversidad alimentaria que no teníamos antes de su llegada masiva. Digámoslo claro: sin turismo los humanoides de esta isla no tendríamos acceso a comederos tan espléndidos como son Smoix de Ciutadella, El Romero francés de Mahón, Sa Punta des Castell (donde el primer sol de España), o al meritorio Rías Baixas de Ferreries (¡Qué pan tan bueno!)... Tampoco disfrutaríamos del arroz de S’Arjau del Puerto de Mahón, o de los nobles crustáceos de Sa Llagosta de Fornells (donde los ‘atila’ barcelonins arrasan)... ¿Y qué decir de las verdades del Café Balear ciutadellenc? Etc., etc, etc.

Por suerte ya no dependemos exclusivamente de ses auberginies as forn ni de s’oliaigu amb figues ni de los calamars as forn... que, me apresuro a proclamar, son alimentos espléndidos y sabrosos, pero que limitan las exigencias de ciertos paladares cultivados y cosmopolitas si los comes cada dos por tres... que son 6.

De la misma manera, sin turismo los animales de la isla tampoco tendrían acceso a un menú tan diversificado, sano e innovador como el que disfrutan en la actualidad. Contrariamente tendrían que seguir devorando las mismas y aburridas mates, llentrisca y demás sequedades. Los nuevos jardines, los campos de golf y las plantaciones de ‘blumen und gartens’ les proporcionan manjares que mejoran su vida y su equilibrio alimentario.

El otro día estuve en Son Abatzer, Ferreries (yo lo escribo así, por favor), una magnífica finca de un arquitecto mallorquín amigo, que la está retornando a su antiguo esplendor con decenas de vacas ‘vermees’ y demás animales. Una de las cosas que personalizan a ese lloc es tener una cabrita que se cree un perro. El animalito, de menos de 2 añitos de edad, forma una pareja indivisible con un quisó y donde pisa una pisa el otro. O a la inversa. Y sucede que la cabrita tiene siempre un apetito descomunal. Parece ser que su padre, un cabronazo bien conocido en los alrededores, y su madre, una cabra loca, han abandonado su educación por lo que el cabroncete ha descuidado las mínimas normas de urbanidad ya que sin miramiento alguno se zampa y engulle todo tipo de vegetación que encuentra a su paso. En la citada finca, en su precioso jardín, hay plantadas cantidad de plantas, ramells y demás. Bueno pues resulta que el muy cabrito se lo come todo sin selección alguna y a pesar del estropicio que causa ¿quién me podrá negar que el caprino ese no come ahora mucho mejor y más diversificado que antes cuando se atenía únicamente a lo que le ofrecía el monótono campo de la isla?
Otro ejemplo. Nosotros en casa gozamos en verano de la agradable compañía de una simpática y extensa familia de tortugas autóctonas (de esas que los malvados forasteros raptan para llevárselas lejos de su hogar menorquín) cuya diversificada alimentación incluye ahora comerse también las flores acampanadas y alucinógenas de una Brugmansia. ¡Si vieran cómo les anima su vida!

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Y otro más: El otro día conocí a una hermosa sargantana en Biniancolla. Me confesó, rosada y alegre como una inglesita bajo el sol mediterráneo tras haberse xumado tres vinos blancos, que estaba encantada con el nuevo hábitat conseguido después de décadas de reivindicaciones: ya no dependían de la pobre dieta de unas rocas inhóspitas sino que gracias al césped y a las apetitosas plantas del Splash, ese Acqua Park, ahora disfrutaban de la famosa cocina de autor. Agua en abundancia, frescor ambiental y cocina de proximidad. Una maravilla.

Incluso, y ya en confianza, mi nueva amiga me susurró que sus primas africanas de la isla del Aire, unas emigrantes que llegaron a este islote menorquín en una patera allá en el lejano siglo XVII, estaban desesperadas por no disponer del mismo nivel de vida. Ya habían pasado más de trescientos años y todavía no habían podido experimentar los placeres gastronómicos y socialdemócratas del mundo occidental como los que ahora disfrutan sus familiares en el paraíso de Biniancolla. Un agravio injusto que, me aseguró, denunciarán en un próximo 8 de Marzo para exigir una solución al aburrimiento gastronómico que padecen en un islote tan inhóspito.

Así pues y tras esos sencillos ejemplos declaro que no aceptaré que se me diga que el turismo no ha aportado una alimentación equilibrada y diversificada para la salud de los animales de nuestra isla. Y también para los humanos.

(Irónicamente dedicado a quienes sufrimos por la fauna insular. En recuerdo y homenaje a las humildes gallinas ejecutadas en el Canal Salat y a las indomables cabras fusiladas sin piedad en Mercadal por la maldad humana).

Notas:
1- El Conseller de Cultura del CIM Joan Pons Torres y su esposa M. esperan su primer hijo, una niña, para el próximo mes de mayo. Desbordan ilusión.
2- El próximo 11 de abril (a las 10.30 a.m.) una delegación de Iniciativa por Mahón se entrevistará en Palma con la Consellera de Presidència del Govern balear Sra. Antònia Maria Estarellas.
3- Enhorabuena a todos los premiados por Lidera de PIME Menorca. Incluida mi mujer J.
4- Una pena que quienes se han esforzado tanto durante tantos años, y de forma tan meritoria, por recuperar un lugar público histórico que estaba abandonado por la administración sean finalmente multados por hacerlo tan bien. ¡Arréglese! como diría el dictador venezolano. No se lo merecen.
5- Magnífica y concurrida conferencia en el Palacio Isabel II (Gobierno Militar) sobre el telégrafo óptico de finales del siglo XIX que unió Capdepera con Menorca.
6- Llamar reconciliación a lo que no es sino una rendición humillante ante quienes seguirán chantajeando al resto de España, es miserable. Euforia ridícula.
7- Igual le hace caer su propia mujer. Los altos vuelos son peligrosos.
8- Ucrania: ¿Por qué se mete donde no le llaman? ¿Por qué no se rinde él?
9- En la mini «Sa Botiga de Son Vilar», justo detrás de la gasolinera, sirven un magnífico café. ¡Y Scottish eggs!