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La primavera astronómica empezó el miércoles pasado, 20 de marzo, a las 4.06 horas, y desde el primer minuto se notó que viene especialmente recalentada, tanto a nivel climático como político, intelectual y hasta criminal. Una guerra salvaje de tipo tradicional, otra de exterminio por hambre que no se veía algo igual desde la Edad Media, numerosas contiendas electorales que sacan a flote todas las vilezas, jefes y dirigentes a los que se les va la olla y enloquecen ante las cámaras de los telediarios. Y claro está, calor, mucho calor. Las sopas mallorquinas, y quizá las lentejas, están muy buenas recalentadas días después, pero las primaveras no, nunca. Si en primavera es verano, cómo será el verano.

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Esta durará 92 días y 18 horas, hasta el 20 de junio, cuando ya esté todo decidido en las elecciones europeas, por lo que como ya llevamos siete días frenéticamente primaverales, aún nos quedan 85 días y varias horas de primavera y alergias. Se acabarán las alcachofas, y en su lugar aparecerán los albaricoques. ¡El albaricoque que mató a Diderot! Mala señal, sí señor, que aumenta las tensiones y suspicacias primaverales. Y si ya de por sí tenemos a los políticos más suspicaces de Occidente, dotados de una suspicacia imposible de conseguir sin un esforzado entrenamiento diario, figúrense cuando se recalienten. ¡Suspicaces recalentados! ¡Millares de individuos metiéndose en lo que no les importa como si les fuese la vida en ello! Qué tensión estacional. Trump ya avisó con antelación que si no gana las elecciones habría un baño de sangre. Lo dijo en Ohio, por lo que quizá sea una de estas cosas que se dicen en Ohio, pero como baños de sangre es lo que vemos cada día en los informativos, sin ahorrarnos una gota, igual hay que tomárselo en serio.

Por lo demás, dado que la ley de amnistía nos ha devuelto legalmente a 2011, a los inicios del procés para empezar de cero, el president de la Generalitat se apresuró a exigir una fiscalidad y financiación catalana idéntica a la vasca. Eso es volver al inicio, sí señor. Primavera recalentada, repetitiva. Y encima, ya es Semana Santa. ¿Y podemos aprovechar estos sagrados días vacacionales para prepararnos para las tórridas 85 jornadas primaverales que aún nos aguardan? ¿Para darnos a la fuga? Bueno, eso según el gusto.