Es de suponer que a Sánchez, su peón Bolaños y al coro de propaganda sincronizada se le debería caer la cara de vergüenza oyendo a su socio Puigdemont, que se presenta a las próximas elecciones catalanas para restituirse en la presidencia de la Generalitat y culminar el proceso independentista. Ha afirmado que si se consigue un acuerdo para un referéndum de autodeterminación, perfecto; si no, reactivará la DUI y proclamará la independencia de forma unilateral. Remató la humillación soltando que España es una anomalía democrática. No se ha oído una palabra de quien tenía que haber salido al paso de tamaña ofensa al Estado de Derecho y a las exigencias y privilegios supremacistas. Por el contrario, ha sacado toda la artillería pesada para pedir la dimisión de Ayuso, la lideresa que le ha revolcado por el barro en todos los procesos electorales. Es un intento de intimidar a su íntima enemiga y desviar el foco del caso Koldo y su ramificación, el caso Begoña. También han tenido tiempo para calumniar y difamar a la mujer de Feijóo con un bulo que fue descubierto de inmediato. No tienen límite.
Tribuna
La piqueta de Pedro
27/03/24 4:00
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