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El cierre de la Oficina Anticorrupción no estaba en el programa con el que se presentó el PP a las elecciones, pero estaba en el disco duro de la formación en el apartado de cuestiones pendientes. El PP nunca estuvo de acuerdo con esta Oficina y siempre anunció su intención de cerrarla, pero la decisión definitiva llegó pocos días después de que Marga Prohens resultara elegida presidenta del PP. Una denuncia ante la Oficina que no se sustanció en nada concreto le obligó a dar explicaciones económicas que le afectaban a ella y a su marido y ese mal trago se quedó grabado en la memoria de la presidenta.

Prohens ha salido en medios nacionales y en telediarios de toda España como la primera presidenta que elimina un organismo pensado para combatir la corrupción pero, una vez superado ese momento, ya se ha quitado de encima una entidad incómoda para el poder establecido. Al bochorno público de suprimir la entidad se añade otra circunstancia que ha pasado más inadvertida, que es el hecho de que el registro de bienes de cargos públicos no será público, aunque las declaraciones de los altos cargos se sigan colgando en las páginas oficiales de las instituciones.

La supresión de la oficina, deprisa y corriendo y en medio de la investigación a un alto cargo del Govern, deja un mensaje a la sociedad en el que el PP no sale bien parado porque la apariencia es que un partido que ha protagonizado con intensidad casos de corrupción en Balears y en España mueve ficha para no ser vigilado. Es un paso atrás en una sociedad que reclama cada vez más transparencia por parte de los políticos.

¿Ha servido para algo la Oficina hasta ahora? Sus resultados son magros, pero alguno de los casos que comenzaron en una denuncia han acabado finalmente en la Fiscalía, que tanto ha abierto diligencias como ha decidido archivar los casos. Como mínimo, los ciudadanos tenían un lugar al que acudir en caso de sospecha.

Volvemos de nuevo al mensaje que da el PP con el cierre de una entidad pensada para abortar cualquier intento de corrupción, pero también conviene hacer un apunte sobre la actitud del PSIB, que nunca creyó en este organismo, lo aceptó a regañadientes y además tenía previsto hacer una serie de modificaciones para que dependiera de una futura Sindicatura de Greuges en el momento de su creación. La Oficina fue una propuesta de Podemos, se eligió un director propuesto por Més, el director nunca gustó al PSIB y PP y Vox echan ahora el cierre.    En algún momento volverá a gobernar la izquierda en la comunidad. ¿Volverá con ella la Oficina Anticorrupción tal y como estaba hasta que se ha cerrado? Está por verse.