TW

Un alto mando policial que ejerce en la Isla admitía ayer en conversación informal que el incremento notorio de los actos delictivos en Menorca, sustanciados en una subida del 47 por ciento en los últimos siete años, reflejan una realidad preocupante constatada a diario por los agentes que prestan servicio en este territorio.

Cierto que muchas denuncias corresponden a casos de violencia de género de baja intensidad que posteriormente no tienen recorrido, como apunta el abogado Miquel Mercadal, o que decenas y decenas de ellos los cometen unos 30 o 40 delincuentes multirreincidentes. Sin embargo, resulta especialmente inquietante que en este último ejercicio se hayan denunciado 11 violaciones, seis tentativas de homicidio, una media de casi tres hurtos o robos al día y hasta 67 coches sustraídos.

Noticias relacionadas

Menorca emerge y subsiste como paraíso de la tranquilidad en la comparativa con el resto del Archipiélago u otros destinos turísticos próximos, pero no por ello deja de generar desazón que en pocos años la progresión delictiva se acentúe hasta alcanzar el récord de 4.591 en 2023 cuando en 2017 fueron 3.125.

Es la consecuencia, hasta cierto punto lógica, como señalaba el mismo mando policial, que supone la multiplicación de la población, tanto la residente como la flotante. Si hace unos años éramos 80.000 personas y ahora ya nos acercamos a los 100.000 habitantes que se duplican en los meses punta de la temporada estival, no debe extrañar que la tasa de criminalidad se halle instalada en un crecimiento permanente.

Que haya peleas en las zonas de ocio, se repitan los delitos sexuales y proliferen los robos, además de mostrar una violencia antes insospechada entre parte de las nuevas generaciones, denuncia la necesidad de ampliar las dotaciones policiales para adaptarlas a la nueva realidad. Lo paradójico es que en ciertas épocas el número de agentes es todavía inferior al que había antes.