TW

Actualmente, estamos observando un preocupante aumento de la retórica militar por parte de los líderes políticos mundiales. Esta escalada del discurso bélico, probablemente fruto del debilitamiento del sentido común político-militar que solía guiar las relaciones entre las superpotencias nucleares, podría desembocar en un conflicto nuclear.

La mera posibilidad de una tercera guerra mundial es demasiado terrible y nos obliga a tomar medidas para prevenirla. Para ello, resulta útil conocer qué es lo que generó las dos primeras Guerras Mundiales y establecer alguna similitud con la situación presente. Existe un importante paralelismo entre la situación actual y la de los años 20 y 30, y es que ambos contextos surgen de un período de austeridad fiscal e ideología política neoliberal. Un artículo recientemente publicado en la prestigiosa revista «Review of Economics and Statistics» señala que la austeridad fiscal causa un aumento significativo del porcentaje de votos a los partidos extremistas. El apoyo de los votantes a partidos extremistas se vincula a las consecuencias económicas de las políticas de austeridad, que provocan una caída del PIB, del empleo, de la inversión, de los salarios, y de la desigualdad. Otro artículo importante, y un clásico en este tema, publicado en el «Journal of Economic History», señala que en las cuatro elecciones alemanas entre 1930 y 1933 el partido Nazi tuvo más éxito electoral en las áreas más afectadas por la austeridad fiscal.

La austeridad fiscal ha causado que hoy se den situaciones de gran agitación política; y de tal agitación están saliendo reforzados políticos aparentemente antiestablishment cuyas propuestas son eminentemente autoritarias. De este modo, tal y como indica la evidencia empírica y la historia, los efectos socioeconómicos de las políticas de austeridad refuerzan los marcos ideológicos de represión disciplinaria. Esta estructura ideológica de represión constituye una herramienta clave para el creciente autoritarismo que nos ha situado hoy, de nuevo, a las puertas de una guerra planetaria.

La crisis financiera global y la Gran Recesión frenaron en seco el proceso de acumulación de deuda de los hogares en que se basó el régimen de crecimiento económico del periodo 1990-2007, y crearon una crisis en el capitalismo global cuyos efectos siguen hoy presentes. La clave para la renovación institucional necesaria para abordar esta situación pasa por gestionar el descontento de los perdedores. Para ello existen, como mínimo, dos estrategias. Una de ellas es el neoliberalismo autoritario, que básicamente implica reconciliar a los hogares trabajadores con las realidades del mercado laboral neoliberal mediante la coacción, la distracción y la austeridad. Esta es la estrategia que se implementó durante el auge neoliberal (1990-2007) y la que se está intentando restablecer hoy. Por aquel entonces esta estrategia nos llevó a una crisis económica global de consecuencias catastróficas; y hoy nos ha colocado a las puertas de la tercera guerra mundial. Otra opción es un capitalismo social (como el del periodo 1945-1973) que sea capaz de gestionar el descontento de los perdedores desde su origen; creando un crecimiento inclusivo y sostenible que reduzca la necesidad y el deseo de autoritarismo en la sociedad civil.